¿Por qué alguien que banca a Javier Milei decide poner miles de millones en el Brasil de Lula da Silva y no en el país que gobierna su candidato favorito? Esa es la pregunta que muchos se hacen después de ver el último movimiento de Marcos Galperín. Y la respuesta, aunque molesta a más de uno, tiene menos que ver con la política y más con el negocio.
El loop es fácil de ver pero difícil de entender: Mercado Libre va a invertir 5.800 millones de dólares en Brasil este año, mientras que en Argentina anunció apenas 75 millones. La cifra no es un error de tipeo: la diferencia es brutal.
El anuncio se hizo en San Pablo, con bombos, platillos y la presencia del mismísimo Lula da Silva en el centro logístico que la empresa tiene en Cajamar. Ahí, Fernando Yunes, vicepresidente senior de Mercado Libre en Brasil, tiró una bomba: “Brasil representa el 50% de nuestras operaciones. Es uno de los mercados más competitivos del mundo”.
Además, dijeron que van a contratar a 14.000 personas más este año en ese país. Con eso, el total de empleados en Brasil va a superar los 50.000.
Mientras tanto, en Argentina...
En septiembre de 2024, Javier Milei visitó las oficinas de Mercado Libre en Buenos Aires. Se sacó la foto con Galperín y todo. Pero lo único que se anunció fue una inversión de 75 millones de dólares. Un centro logístico. Chiquito, comparado con lo que pasa en otros países.
Y no es solo con Argentina. El mes pasado, Galperín se juntó con la flamante presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y le confirmó que en 2025 invertirá 3.400 millones de dólares en México, con la promesa de generar 10.000 nuevos puestos de laburo.
Aunque en redes sociales Galperín milita a full por Milei, en el mundo real los números mandan. Y los países que reciben sus inversiones no son elegidos por afinidad política, sino por estabilidad, tamaño del mercado y proyección de crecimiento. Brasil cumple con todo eso. Y Argentina, al parecer, no.
El dato que duele es que en este escenario, con un gobierno que se supone "pro mercado", Mercado Libre prefiere crecer en países donde gobierna la izquierda. ¿Contradicción? Puede ser. ¿Estrategia empresarial? Sin dudas.
La pregunta que queda abierta es: ¿qué tendría que cambiar en Argentina para que Galperín vuelva a mirar al país como una opción fuerte de inversión?
Por ahora, la respuesta sigue en suspenso.