Política

El legado de misericordia del Papa Francisco

El legado que el Papa Francisco dejó en la Iglesia aún no terminó de contarse. Aunque su partida a los 87 años marca un antes y un después, hay una idea que sigue viva en millones: la misericordia como el aire que respiramos. ¿Qué quiso decir con eso? ¿Por qué ese mensaje fue el corazón de su pontificado? En esta nota, te lo contamos con palabras simples.

El lunes por la mañana, en su residencia de la Casa Santa Marta, falleció el Papa Francisco, dejando un legado que, según el periodista Andrea Tornielli, seguirá guiando a la Iglesia durante décadas. En un editorial publicado en Vatican News, el director del medio destacó que la misericordia no fue solo una palabra para Francisco: fue su forma de vivir, su forma de pastorear, y su forma de amar.

“El Papa Francisco dedicó su vida a mostrar el abrazo misericordioso de un Dios cercano”, escribió Tornielli. Desde su primer Ángelus en 2013, ya había mostrado por dónde iba a ir su mensaje. Contó que una mujer mayor le había dicho: “El Señor lo perdona todo… si no, el mundo no existiría”. Esa frase lo marcó. Y fue su guía.

A lo largo de su papado, Francisco habló de muchos temas: pobreza, ecología, guerras, migraciones. Pero el eje de todo fue siempre uno: la misericordia. Ese fue el hilo conductor de su magisterio. “Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin ella”, citó el editorial.

En palabras claras, para Francisco la misericordia era lo que nos mantiene vivos. No se trata solo de perdonar: se trata de acercarse al otro sin juzgar. Como Jesús con Zaqueo. Como una Iglesia que abraza antes de señalar.

Y eso lo aplicó también en su manera de gobernar. En su homilía en Santa Ana, al poco tiempo de ser elegido papa, ya había dicho: “Tal vez merezcamos la condena… pero Dios elige perdonar. No borra el pecado, pero abraza con ternura”.

Su enfoque no fue siempre fácil de aceptar. Hubo quienes criticaron esa cercanía con los “últimos”, los que más sufrían. Pero para él no había otra forma de ser Iglesia. Y eso quedó reflejado en otra frase famosa: “Prefiero una Iglesia accidentada de estar en la calle, que una enferma de cerrarse”.

Incluso en sus últimos días, cuando su salud ya no le permitía participar de los ritos de Semana Santa, Francisco sorprendió con una aparición en el papamóvil, desde donde bendijo a los chicos que estaban en la plaza San Pedro. Fue su despedida silenciosa. Pero también fue un mensaje: estar presente, aunque cueste.

Con su muerte, se abre un tiempo de espera en el Vaticano. La Sede Vacante marca una pausa institucional. Pero el mensaje del Papa Francisco ya está sembrado. Como escribió Tornielli, nos deja una Iglesia que aprendió a mirar con ternura, a abrazar sin condiciones, y a respirar la misericordia.

Porque al final, como él decía, “la misericordia es el aire que respiramos”. Y ese aire, hoy, sigue circulando.