Política

¿Empresario trucho o militante encubierto?

¿Qué hay detrás de la denuncia que hizo ruido en plena campaña santafesina? Lo que parecía un simple posteo en redes de Juan Pedro Aleart, el ex periodista que dejó la tele para ser candidato libertario, terminó revelando una maniobra política con olor a operación. Y acá te contamos todo lo que se sabe hasta ahora.

El conflicto arrancó cuando Aleart compartió en sus redes sociales un video donde un supuesto empresario, Emiliano Ceragioli, se quejaba de las trabas para invertir en Rosario. La crítica apuntaba directo contra la gestión local, justo en medio del clima electoral por la reforma de la Constitución de Santa Fe.

Pero la cosa se desinfló rápido: desde la Municipalidad de Rosario salieron a desmentirlo con datos concretos. Según el secretario de Gobierno Sebastián Chale, el hombre no era empresario ni tenía habilitaciones bloqueadas. De hecho, se trata de un abogado, inscripto en una categoría baja del monotributo, sin empleados ni empresas registradas a su nombre.

"En la comunidad de negocios nos conocemos entre todos. Nadie lo tenía ubicado", contó Chale, dejando en claro que la historia no cerraba por ningún lado. Al investigar un poco más, descubrieron el detalle clave: Ceragioli no solo no era un empresario común, sino que además es candidato a concejal en Funes por La Libertad Avanza.

Esto generó ruido en Rosario, donde los trolls libertarios tienen una fuerte presencia digital. Desde hace tiempo, operadores como Esteban Glavinich, más conocido como TraductorTeAma, despliegan campañas agresivas en redes, apuntando contra periodistas y figuras políticas. El equipo que comanda Santiago Caputo suele moverse en las sombras, pero en esta ocasión quedaron expuestos.

Lo más curioso es que cuando los propios trolls radicales sacaron a la luz los vínculos familiares de Glavinich con el kirchnerismo, él reaccionó furioso. Se supo que su madre, Susana Porfiri, fue funcionaria de Stella Clerici, ex intendenta de Cañada de Gómez, hoy denunciada por malversación de fondos públicos.

La historia no termina acá. Aunque Ceragioli dijo que representa legalmente a una empresa familiar con décadas de trayectoria, no explicó nunca cuál fue la habilitación que supuestamente le trabaron. ¿Fue un error? ¿Una estrategia de campaña? ¿O parte del juego de los empresarios truchos que aparecen justo cuando conviene?

Por ahora, desde el entorno de Aleart no contestaron preguntas. Pero el episodio dejó en evidencia cómo se cruzan los intereses políticos con las operaciones digitales en plena campaña.

En Rosario, el foco no está solo en los votos. También se disputa el relato.