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Peligrosos parecidos entre Hitler y Milei: la caída de Weimar

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler asumió como canciller de Alemania. En menos de 53 días, convirtió la República de Weimar en una dictadura.

¿Cómo logró desmantelar un sistema democrático tan rápido? La respuesta está en una combinación de manipulación política, propaganda y represión.

Lo más inquietante es que todo ocurrió dentro del marco legal de la época. ¿Podría repetirse algo así hoy?


Un sistema frágil: la República de Weimar antes de Hitler


Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania intentó consolidar una democracia con la República de Weimar, pero el sistema era inestable. La fragmentación política y las crisis económicas facilitaron el ascenso de movimientos extremistas.

En 1923, Hitler intentó un golpe de Estado con el "Putsch de Múnich". Fracasó y fue encarcelado, pero aprendió una lección clave: en lugar de tomar el poder por la fuerza, debía hacerlo desde adentro.


La estrategia de Hitler: usar la democracia para destruirla


En 1930, el Partido Nazi tenía solo 12 escaños en el Reichstag (parlamento alemán). Para 1932, ya eran la fuerza más grande, con 230 escaños. Hitler juró respetar la ley, pero su objetivo era claro: eliminar a sus rivales y concentrar el poder.

El historiador Timothy W. Ryback, en su libro Takeover: Hitler’s Final Rise to Power, analiza cómo los nazis aprovecharon cada debilidad del sistema democrático para consolidar su régimen.


El incendio del Reichstag: el pretexto para el control absoluto


El 27 de febrero de 1933, el Reichstag (sede del parlamento) se incendió. El gobierno culpó a los comunistas y, al día siguiente, el presidente Paul von Hindenburg firmó el Decreto del Incendio del Reichstag.

Este decreto suspendió derechos fundamentales como la libertad de expresión y permitió detenciones sin juicio. En pocos días, miles de opositores fueron arrestados o forzados al exilio.


Elecciones manipuladas y el golpe final a la democracia


El domingo 5 de marzo de 1933 hubo elecciones en un clima de violencia e intimidación. Los nazis obtuvieron el 44% de los votos, aún sin mayoría absoluta. Pero con los comunistas ilegalizados y sus escaños anulados, Hitler tenía el control necesario.

El 23 de marzo de 1933, el Reichstag aprobó la Ley de Habilitación, otorgándole poderes dictatoriales. La democracia alemana había desaparecido en menos de dos meses.


¿Una advertencia para el presente?


El ascenso de Hitler demuestra que las democracias pueden colapsar desde adentro. Ryback sostiene que la falta de unidad de los partidos opositores y el mal cálculo de las élites conservadoras, facilitaron su llegada al poder.

Lo más inquietante es que su camino fue completamente legal. La historia nos deja una lección clara: ningún sistema democrático es invulnerable.