Política

¿Por qué Donald Trump reivindicó a William McKinley?

El gesto pasó desapercibido, pero esconde un mensaje potente. ¿Por qué Donald Trump, en su segundo mandato, firmó un decreto para devolverle a una montaña de Alaska el nombre de William McKinley? Este pequeño detalle tiene detrás una historia clave para entender la política actual de Estados Unidos.

En 2015, Barack Obama había cambiado el nombre del monte McKinley por Denali, honrando a los pueblos nativos. Pero Trump decidió revertirlo. ¿Solo un capricho? No. Este movimiento revela una inspiración profunda: el modelo del presidente número 25 de Estados Unidos, William McKinley.

¿Quién fue McKinley y por qué vuelve a estar en boca de todos? Fue el presidente que a fines del siglo XIX impulsó el crecimiento económico con políticas proteccionistas, aumentó aranceles, defendió la industria local y expandió el territorio estadounidense. Según Karl Rove, estratega de George W. Bush, McKinley fue quien plantó las primeras semillas del famoso "Make America Great".

Hoy, analistas ven paralelismos claros. Al igual que McKinley, Donald Trump apuesta al proteccionismo, favorece la industria nacional y propone la expansión territorial y económica de Estados Unidos. La presencia de figuras millonarias detrás de sus campañas —como lo fue Mark Hanna para McKinley— también refuerza el espejo histórico.

Además, McKinley supo captar el voto de trabajadores, inmigrantes y sectores populares, mientras aseguraba el apoyo de los grandes empresarios. Su campaña fue considerada la primera moderna: segmentó mensajes para distintos públicos, algo que Donald Trump replicó con fuerza en las redes sociales.

Pero no todo es positivo. El expansionismo de McKinley se justificaba en la idea de supremacía blanca, y sus políticas hacia territorios como Filipinas y Cuba fueron, en la práctica, colonialistas. Esto abre preguntas sobre el trasfondo ideológico de la presidencia de Donald Trump y su visión sobre el lugar de Estados Unidos en el mundo.

Hoy, medios como The Economist ya hablan de una "presidencia imperial" en Trump, recordando ese modelo de expansión que alguna vez encarnó McKinley. La diferencia es que Trump enfrenta un mundo mucho más complejo y globalizado.

¿Por qué importa todo esto? Porque entender la figura de McKinley ayuda a comprender las decisiones que Donald Trump está tomando. Desde la imposición de aranceles altos hasta la mirada puesta en territorios estratégicos como Groenlandia o, más cerca, América Latina. Todo forma parte de un plan que no es nuevo, sino una versión actualizada de la doctrina McKinley.

Queda la incógnita abierta: ¿seguirá el rumbo de McKinley hasta las últimas consecuencias o se adaptará a las tensiones globales de hoy? Los próximos meses serán clave para responderlo.