Política

Alemania toma medidas contra grupo ecoactivista por vandalismo cultural

Alemania ha iniciado un proceso relevante para abordar el comportamiento de ciertos grupos autodenominados "ecologistas" que, en nombre del medio ambiente, han llevado a cabo acciones perjudiciales para el patrimonio cultural mundial, generando desprestigio al genuino activismo ambiental.

Uno de los movimientos ecoactivistas más activos en Europa, conocido como "Letzte Generation" (Última generación), ha protagonizado frecuentes actos de vandalismo artístico y público, lo cual ha agotado la paciencia de la policía alemana hasta el punto de considerarlos, con fundamentos sólidos, como una "organización criminal".

El miércoles pasado (24/04/23), las fuerzas policiales llevaron a cabo una serie de operativos contra miembros de este movimiento ecologista. Se realizaron registros en 15 ubicaciones en todo el territorio, como resultado de sospechas de infracciones cometidas por miembros de Última Generación. La fiscalía de Múnich (sur) informó que se está llevando a cabo una investigación contra siete miembros del movimiento por "formación o apoyo a una organización criminal".

Según información obtenida por DW Noticias, las personas bajo investigación tienen entre 22 y 38 años y se les acusa de realizar "publicidad en internet" y de organizar colectas de fondos por un monto aproximado de 1,4 millones de euros (1,51 millones de dólares).

Además, dos integrantes del grupo son sospechosos de haber intentado sabotear el oleoducto Trieste-Ingolstadt en abril de 2022. Dicho oleoducto, que atraviesa Baviera (sur), es considerado una "infraestructura crítica" por las autoridades alemanas.

Este grupo, al igual que muchos otros ecologistas en la actualidad, es famoso no por sus discursos firmes y serios o por ofrecer fórmulas ingeniosas para abordar el cambio climático, sino por la destrucción que practican contra la cultura. Esto es un síntoma de una perspectiva histórica limitada y de un activismo absurdo.

Si bien nadie duda de la imperiosa necesidad de reducir el uso de los combustibles fósiles, arruinar el patrimonio histórico y cultural no es la manera de lograrlo. Estas acciones solo sirven para llamar la atención y profundizar una peligrosa tendencia.

En sus redes sociales, estos grupos ofrecen pocas soluciones reales para combatir el cambio climático. Sus quejas y lamentos, desprovistos de propuestas visionarias, solo conducen a la desesperación. Letzte Generation ha dañado varias obras de arte, utilizando pegamento y pintura, e incluso han utilizado puertas y carreteras como lugares de protesta, creyendo erróneamente que así están salvando al mundo.

Algunos líderes europeos ya han comenzado a tomar medidas contra este movimiento insensato, que cada vez cuenta con más seguidores, algo que solo puede explicarse por la degradación académica reinante.

En abril, Italia aprobó un proyecto de ley contra los ecoactivistas que "manchan" el patrimonio cultural, el cual contempla sanciones en caso de "destrucción, dispersión, deterioro, desfiguración, ensuciamiento y uso ilícito de bienes culturales o paisajísticos". El resto del mundo debería observar esta iniciativa de Italia, cuna de la cultura occidental.