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Comé bien y dormí mejor: La relación entre frutas y verduras y el descanso óptimo
El impacto de la dieta en la calidad y duración del sueño ha sido objeto de análisis por parte de investigadores finlandeses, quienes recientemente exploraron la relación entre el consumo de frutas y verduras y el patrón de sueño.
El estudio, llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Helsinki, el Instituto Nacional de Salud y Bienestar, y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Turku, fue publicado en la revista Frontiers in Nutrition.
La doctora Mirta Averbuch, miembro meritorio de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño y directora de Somnos Medicina del Sueño, subrayó la importancia de una cena ligera y nutritiva, recomendando consumir alimentos naturales al menos tres horas antes de acostarse.
Averbuch aconsejó incluir en la cena alimentos como pescados, pollo, cereales, tartas y pastas sin relleno, mientras que se sugirió limitar el consumo de alimentos cítricos. Además, destacó la importancia de incluir verduras como huevo, remolacha, palta, espinaca, y zanahoria, pero advirtió sobre el consumo de brócoli, coliflor y berenjena debido a su potencial de alterar el sueño.
El sueño juega un papel crucial en la salud general, y la falta de sueño se ha asociado con una serie de problemas de salud, desde enfermedades cardiovasculares hasta una disminución en la función cognitiva. Sin embargo, el insomnio y la reducción de la duración del sueño son cada vez más comunes debido a factores como el estrés y el estilo de vida sedentario.
La investigación finlandesa reveló que solo una minoría de la población alcanza el consumo diario recomendado de frutas y verduras, y destacó las diferencias en la ingesta según la duración del sueño. Los participantes con una duración normal del sueño mostraron una mayor ingesta de estos alimentos en comparación con los que tenían una duración del sueño más larga o más corta.
Los investigadores también identificaron asociaciones entre los patrones de sueño y los cronotipos individuales, que reflejan las preferencias de actividad diaria de una persona. Estos hallazgos sugieren la importancia de considerar tanto la dieta como los hábitos de sueño para promover un estilo de vida saludable.
A pesar de los resultados alentadores, los investigadores instaron a realizar más estudios para comprender mejor cómo la alimentación y el sueño interactúan entre sí, y cómo estos factores pueden influir en la salud a largo plazo.
Además, se destacaron algunos alimentos y sustancias que pueden interferir con la calidad del sueño, como las grasas saturadas, los carbohidratos refinados, el alcohol y la cafeína, señalando la importancia de mantener una dieta equilibrada y evitar el consumo excesivo de ciertos productos.