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Curly Howard: una vida llena de risas en el set y un gran amor por los perros

Jerome Lester Horwitz, conocido cariñosamente como Curly Howard, es recordado como uno de los íconos más entrañables de la comedia en la pantalla. Su papel en "Los tres chiflados" lo catapultó a la fama, pero detrás de su característico humor se escondía un hombre con un corazón noble y una pasión por los perros abandonados.

Nacido el 22 de octubre de 1903 en Brooklyn, Nueva York, Curly se convirtió en el quinto y último hijo de la familia Horwitz. Desde joven, demostró un talento innato para la comedia, y fue en 1934 cuando se unió al elenco de "Los tres chiflados", donde ganó el apodo que lo acompañaría de por vida.

A lo largo de su carrera, Curly participó en numerosos largometrajes y cortometrajes, ganándose el reconocimiento como actor versátil y talentoso. Sin embargo, su faceta menos conocida para muchos fue su incansable labor como protector de los perros callejeros.

Se estima que Curly rescató a unos 5 mil perros de las calles, brindándoles refugio, cuidado y buscándoles un hogar amoroso. Su amor por los canes era tal que incluyó una cláusula especial en su contrato con Columbia Pictures, permitiéndole llevar a sus perros al set de grabación. Aunque la compañía limitó la cantidad de perros permitidos por día, la presencia de estos animales se convirtió en una parte memorable de las filmaciones.

Además de su trabajo en el cine, Curly dejó un legado de expresiones y sonidos característicos que se convirtieron en parte de la cultura popular. Su personalidad espontánea y su ingenio improvisado lo convirtieron en un favorito del público, aunque detrás de cámaras era una persona introvertida y reservada.

A pesar de su éxito en el mundo del espectáculo, Curly enfrentó problemas de salud y financieros en sus últimos años. La fama y el exceso de peso contribuyeron a su deterioro físico, mientras que su falta de interés en asuntos financieros resultó en la pérdida de gran parte de su fortuna.

Sin embargo, su legado como protector de los perros callejeros perdura hasta el día de hoy. Curly Howard no solo nos hizo reír con sus ocurrencias en la pantalla, sino que también nos enseñó la importancia de la bondad y la compasión hacia los animales más necesitados.