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El ataque de Milei a Marcelo Bonelli y la respuesta de su hija: ¿Una embestida contra la libertad de prensa?
La reciente embestida de Javier Milei contra el periodista Marcelo Bonelli y su hija Bárbara Bonelli plantea una pregunta inquietante sobre los límites del poder y la libertad de prensa. Milei, durante una entrevista en TN, acusó al periodista de "mentir descaradamente" respecto a la salida del exministro de Salud, Mario Russo, vinculándola a comentarios del Papa Francisco sobre corrupción en el gobierno. Esta no es una confrontación aislada, sino parte de una ofensiva más amplia del presidente hacia los medios críticos.
El problema de fondo no es solo el enfrentamiento personal entre Milei y Bonelli, sino el ataque sistemático contra el periodismo independiente. Al señalar que "el 85% de los medios mienten", Milei pone en duda la legitimidad de cualquier información que no se alinee con su narrativa. Para quienes defienden una visión autoritaria, el periodismo se convierte en una amenaza que debe ser desacreditada.
Pero Milei no se detuvo en Bonelli. A través de su cuenta oficial de X (antes Twitter), compartió un mensaje en el que se acusaba a Bárbara Bonelli, hija del periodista, de tener vínculos con políticos de la "casta", como Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti. Este ataque no solo es personal, sino que intenta desviar la atención de los temas relevantes al involucrar a un miembro de la familia.
Bárbara Bonelli, quien ocupa el cargo de Defensora del Pueblo Adjunta en la Ciudad de Buenos Aires, respondió de manera contundente, recordando que fue elegida por la Legislatura porteña en un proceso público. ¿Qué tiene que ver su labor en la Defensoría con las críticas hacia su padre? El mensaje es claro: en el universo de Milei, cualquiera que se relacione con un crítico se convierte en blanco de ataques.
El enfrentamiento entre Milei y Bonelli no es solo un caso aislado de tensión entre un político y un periodista. Es un reflejo de un fenómeno más amplio, donde el poder busca moldear la narrativa pública. Cuando un presidente acusa al periodismo de mentir y lo convierte en el enemigo, la democracia entra en una zona de riesgo. El periodismo es un contrapeso fundamental al poder, y cuando ese contrapeso se debilita, el ciudadano pierde su capacidad de recibir información veraz e imparcial.
En una democracia sana, el papel de la prensa es criticar, cuestionar y poner en jaque a quienes detentan el poder. Sin embargo, en un contexto donde el líder de la nación descalifica constantemente a los medios, surge la pregunta: ¿quién queda para controlar la verdad?
El caso Bonelli es un recordatorio de que el periodismo crítico incomoda, sobre todo a aquellos que consideran la verdad como una propiedad personal. La lucha por la verdad no es solo una batalla de ideas, sino un pilar fundamental en la defensa de las libertades democráticas. Y en esta lucha, quienes atacan a la prensa suelen tener mucho que ocultar.