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Irán, la bómba atómica de Medio Oriente: siempre presente en los conflictos
En casi todos los conflictos en Medio Oriente, hay un denominador común: la presencia de Irán. No importa cuál sea la disputa, el régimen siempre se las ingenia para tener algún tipo de participación. Ya sea apoyando a Hamas y a los rebeldes hutíes contra Israel, o atacando objetivos en Irak, Siria y Pakistán, Teherán parece querer no perderse ninguna posibilidad de marcar territorio.
Desde que Irán se convirtió en una teocracia musulmana chiita tras la revolución de 1979, el país se ha sentido aislado y asediado. Estados Unidos e Israel son sus principales enemigos. Hace más de 40 años que desea la destrucción del estado judío, y lo dice abiertamente. Lucha contra Arabia Saudita, aliado de Washington, para convertirse en el país más poderoso del Golfo Pérsico. Esta disputa ha provocado fricciones entre ambos y con otras naciones suníes.
Teherán busca aliados en aquellos países con los que comparte enemigos. Cuando los encuentra, se dedica a proveerles armas, entrenarlos y financiarlos, como lo hace, por ejemplo, con Hamas, Hezbollah y los rebeldes hutíes en Yemen. El modus operandi de Irán es, casi siempre, luchar contra sus enemigos en el extranjero a través de terceros, una estrategia que denominan defensa adelantada.
El grupo musulmán chiíta Hezbollah forma parte del Eje de la Resistencia. Fundado en 1982 durante la guerra civil del Líbano, el objetivo inicial de Hezbollah era poner fin a la ocupación israelí del sur del Líbano, lo que finalmente logró en 2000. Fue el primer grupo en el que Irán invirtió para exportar su tipo de islamismo político.
Los hutíes, que tomaron la capital de Yemen en 2014 y controlan amplias franjas del país, también forman parte del Eje de la Resistencia contra Israel junto con Hamas, que también cuenta con el respaldo de Teherán.
Irán evita confrontaciones directas con Estados Unidos e Israel, prefiriendo una especie de "guerra fría". Las sanciones y embargos debilitaron sus fuerzas militares y economía, mientras enfrenta oposición interna. Buscando compensar estas debilidades, Irán intenta desarrollar armas nucleares, aunque hasta ahora no ha tenido éxito.
La estrategia de usar fuerzas proxy en el extranjero le permite a Irán mantener cierto nivel de negación plausible mientras ataca efectivamente a Israel. A pesar de este enfoque, Irán enfrenta desafíos, como los ataques terroristas del Estado Islámico y ofensivas selectivas israelíes contra su programa nuclear.
Los ataques directos en Irak, Siria y Pakistán están vinculados a los problemas internos del conflictivo país. Con tensiones crecientes, Teherán se convierte en un objetivo, llevándolo a responder de manera agresiva. La confrontación con Jaish al-Adl en Pakistán, un grupo separatista que opera en ambos lados de la frontera, refleja la complejidad de las relaciones regionales.
Irán justifica sus acciones en Pakistán contra Jaish al-Adl, pero las respuestas de Islamabad indican posibles tensiones en una región ya marcada por conflictos. Las relaciones cordiales entre Irán y Pakistán podrían verse afectadas, generando nuevas preocupaciones en esta región de alta tensión.