Política

La crisis sin fin: con la hiper a la vuelta de la esquina, la izquierda gana el control de las calles

La novela del Frente de Todos es la apuesta segura de cada semana. Las idas y vueltas entre el Presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Fernández de Kirchner mantienen en vilo no solo a la coalición oficialista, sino a la población de un país. Y si bien las internas son inherentes al peronismo -y a cualquier espacio que dispute poder- más temprano que tarde, esos tironeos pasan factura. El dato es que ya no solo afectan a las altas esferas del poder, que no logran encontrar el agujero al mate. En cada pifia, cada marcha y contramarcha, hay un desgaste social que se acumula.

El hartómetro parece haber llegado a tope, a tal punto que las otrora fuerzas de choque del gobierno hoy le dan la espalda. Claro que todavía tiene a la militancia y la organicidad propia del verticalismo del Partido Justicialista, columna vertebral del FdT. Pero si de un barco en altamar se tratara, la nave tiene una fuga en un sector (de mínima) que hasta ahora había cumplido un rol fundamental. Las presencia en el territorio, la calle, lejos de los pasillos legislativos y oficinas de Gobierno y más cerca del barro. Están perdiendo ese lazo.

Hoy, los movimientos sociales se paran de manos contra el gobierno ante la inacción en medio de una crisis económica mundial y con factores que exceden la coyuntura, sí, pero es el tiempo que le toca gobernar a los Fernández y es literal lo que reclaman. Tomar decisiones, y que sean con la mira en contener la situación social. El foco en la micro economía y no tanto la macro. “Apretar más a los ricos y menos a los pobres”, bien podría resumir la consigna.

Pero Juan Grabois fue más concreto: "Es fácil, Alberto, te pusimos ahí para que haya menos pobreza, no para que haya más". La declaración fue en el marco de la marcha de los movimientos sociales llevada adelante el 20 de julio, día del amigo. Paradojas del destino, ese día, un aliado le daba la espalda al Presidente y amenazaba con dar el portazo.

"El Presidente tiene que sentir la presión de los pobres, no de los ricos. ¿Es joda esto?. Hace lo que ellos quieren. El Gobierno no está dispuesto hasta ahora a hacer lo que hay que hacer porque le tiene miedo a determinados sectores, que no son los populares. No es temor ni necesidad, es miedo y obediencia", disparó encendido el líder de Patria Grande. "Estuvieron en un cumple, pero se terminó. Que empiecen a ordenar las cosas ajustando arriba, no abajo. Ahora hay un ajuste permanente sobre los sectores populares, sobre los jubilados de la mínima, los trabajadores pobres e informales", arremetió el referente social.

Y advirtió: "Si no hay presiones de los sectores populares y sindicales, el Gobierno va a tomar malas decisiones como ha hecho hasta hoy. Todos los días una mala decisión porque había que conformar a otros que no eran el pueblo que lo votó. Ningún gobierno se fue por aumentar el salario mínimo, las jubilaciones o poner un refuerzo de ingresos para los sectores populares", completó el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos.

A regañadientes: el testimonial respaldo de los gremios

También están perdiendo apoyo de los sindicatos. El peronismo supo condensar el reclamo de buena parte de los gremios durante todo este tiempo. Pero la única verdad es la realidad, decía Juan Domingo Perón. Y hoy, dista mucho de cumplir los pedidos de las bases. Por eso, con cautela, las centrales obreras comienzan a desmarcarse de la gestión de Alberto. El 17 de agosto marcharán “contra la especulación" y bajo la consigna de que "la responsabilidad es de todos". No asoma muy favorable al gobierno, al menos no de manera abierta.

En diálogo con AM 750, el dirigente sindical y diputado nacional Hugo Yasky expresó: “Yo digo, con humildad, lo que nosotros creemos. Vamos a apoyar al Gobierno. Porque hacerle un paro, como quiere el compañero del Polo Obrero, es escupir contra el viento. Pero el Gobierno tiene que dar respuestas. Tiene que enfrentar a los especuladores. Se acabó el tiempo”. Apoyo sí, pero no un cheque en blanco. Se terminó la confianza.

En este sentido, pidió avanzar con tres medidas centrales. “Tiene que aplicar leyes: la de defensa a la competencia y la del abastecimiento. Tiene que decirles a los que especulan en el campo, a los que les gusta reírse de nosotros, que a partir de una semana rigen las retenciones”, apuntó. “La marcha del 17 es para exigirle al Gobierno las medidas que tiene que tomar”, sentenció.

Hugo Moyano, líder de Camioneros, fue algo ambiguo: “No es ni a favor ni en contra del Gobierno. Es para defender el trabajo, las paritarias. Nuestro Gobierno es Alberto y Cristina y los vamos a defender hasta el último día de su mandato. Lo que tengamos que decirle al Presidente sobre lo que creemos que está fallando se lo diremos a él”.

Lo cierto es que todavía se perdió del todo la relación, pero está en un punto límite. Antes, podrían haber gritado a cielo abierto que era una manifestación a favor del proyecto. Ahora, alguno lo dijo y luego tuvo que camuflarlo. El apoyo hoy es a cuentagotas, pero no le soltaron la mano. Hay tiempo de recuperar el terreno perdido, pero cada vez son menos los errores que se puede permitir el gobierno. El margen se achicó, casi que no queda.

Y algo es claro puertas adentro de la Rosada: sin el apoyo de los movimientos sociales y los sindicatos, no hay fórmula ni estrategia electoral que aguante. Resolver la interna de Gobierno es fundamental, por supuesto, pero no es la única cuenta pendiente de Alberto Fernández. Debe reconquistar a las bases. Si pierde la calle, no hay 2023 posible.