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La tensión entre Kicillof y Cristina Kirchner: un obstáculo para la legislatura bonaerense

La confrontación política entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner, lejos de ser una simple disputa de poder, está repercutiendo directamente en la parálisis de la Legislatura bonaerense. En medio de estas tensiones, tanto el Senado como la Cámara de Diputados se ven incapaces de avanzar en cuestiones cruciales para el Ejecutivo provincial. La perspectiva de aprobar el presupuesto y la Ley Fiscal Impositiva antes de fin de año parece cada vez más lejana.

El peronismo enfrenta un escenario complejo: si en los últimos años conseguir mayorías fue difícil, ahora con una Legislatura controlada por sectores afines al kirchnerismo más duro, parece una misión casi imposible. La Cámara Baja, dominada por La Cámpora, presenta un panorama fragmentado en el que Kicillof solo puede contar con el respaldo firme de un pequeño grupo de legisladores. Este desbalance de poder interno pone al gobernador en una posición vulnerable, limitando su capacidad de maniobra política.

Por otro lado, el Senado, bajo el control de la cristinista Teresa García, refleja aún más esta división. Con 21 de las 46 bancas en manos del peronismo, las alianzas con sectores como el de Martín Insaurralde dificultan aún más la cohesión interna. Kicillof, sin legisladores propios de peso, se encuentra en una encrucijada. A pesar de la simpatía que ciertos senadores puedan tener hacia el gobernador, la influencia de La Cámpora sigue marcando la agenda, y esto complica la gobernabilidad.

Este escenario no es nuevo. Desde el cierre de listas en 2023, Kicillof ha enfrentado obstáculos para contar con un bloque legislativo propio. Esa falta de control sobre la conformación de las listas ha debilitado su capacidad de negociar en un contexto donde la lealtad a su figura está en disputa dentro del mismo movimiento peronista.

El proyecto de reforma del régimen jubilatorio del Banco Provincia es un ejemplo del bloqueo legislativo. Si bien el Ejecutivo intentará enviarlo nuevamente, ya ha perdido estado parlamentario una vez, lo que demuestra que sin consenso interno, cualquier iniciativa gubernamental corre el riesgo de naufragar. Las tensiones internas, alimentadas por la falta de cohesión en el peronismo, dificultan que estos proyectos avancen.

En un contexto donde solo quedan seis semanas de sesiones ordinarias, la posibilidad de aprobar el presupuesto antes de diciembre depende de que Kicillof logre superar tanto las divisiones internas del peronismo como las fricciones con la oposición. Sin embargo, las perspectivas no son alentadoras. La lógica del "sometido o traidor", que Kicillof ha criticado públicamente, no solo ha debilitado la unidad en su propio espacio, sino que amenaza con dejar al Ejecutivo sin las herramientas legales necesarias para afrontar el próximo año.

Opinión: Este escenario nos invita a reflexionar sobre la fragilidad del poder político en el peronismo bonaerense. La figura de Axel Kicillof, a pesar de su popularidad en ciertos sectores, se ve erosionada por la falta de apoyo interno y las luchas de poder. La pregunta que surge es si el kirchnerismo duro, representado por La Cámpora, está dispuesto a sacrificar la gobernabilidad de la provincia para mantener su influencia. Sin un acuerdo que unifique las distintas corrientes dentro del peronismo, lo que está en juego no es solo el presupuesto, sino la estabilidad política de la provincia más importante del país.