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Milei intensifica su confrontación con las universidades públicas, pero pierde apoyo entre sus votantes

La estrategia de Javier Milei para arremeter contra las universidades públicas no ha logrado el consenso en la opinión pública. A pesar de las masivas movilizaciones que incluyeron la participación de importantes actores políticos, sociales y sindicales, el gobierno obtuvo los números necesarios para sostener el veto a la ley de financiamiento universitario.

En lugar de dar por cerrado el conflicto, Milei continuó con su narrativa confrontativa. Desde su discurso, se buscó desacreditar las marchas calificándolas de "politizadas" y se atacó a los defensores del aumento presupuestario tildándolos de "degenerados fiscales". El acto de relanzamiento del nuevo Palacio Libertad Domingo F. Sarmiento sirvió como plataforma para que Milei afirmara que "la universidad pública no le sirve a nadie más que a los hijos de las clases altas y los ricos".

Sin embargo, los datos no avalan su postura. Un reciente estudio de la consultora Zubán-Córdoba revela que el 65% de las votantes de Milei en el balotaje contra Sergio Massa cree que la educación pública es fundamental para la movilidad social ascendente. Además, el 80% de la población en general comparte esa misma visión, según otra encuesta de Ad Hoc publicada por La Política Online .

El descontento hacia las declaraciones y medidas de Milei se manifestó en escraches y actos de repudio. Figuras como Martín Menem, Agustín Romo y Santiago Santurio fueron blancos de estos episodios en distintas ciudades. Incluso, el propio Milei fue abucheado en una pizzería donde se encontraba con el youtuber libertario Fran Fijap.

La votación en contra del financiamiento universitario desató tensiones en diversas bancadas parlamentarias. Desde el PRO hasta Unión por la Patria (UP), los desacuerdos fueron evidentes. En la UCR, la abstención de algunos de sus miembros y el voto a favor de otros generaron furia interna, incluso entre los sectores más moderados.

Insistir en esta confrontación implica un alto riesgo político para Milei, ya que el movimiento universitario tiene una larga tradición de protestas en la historia argentina, y todo indica que la movilización continuará.