Canadá está viviendo una tragedia ambiental sin precedentes, ya que enfrenta la peor temporada de incendios forestales en su historia. Con más de 136,000 hectáreas calcinadas en lo que va del año y 1,052 incendios activos, la nación norteamericana está en un estado de emergencia.
La magnitud de la crisis se evidencia en la masiva evacuación de residentes que huyen de las llamas que avanzan implacablemente. Una de las áreas más afectadas es la ciudad de Yellowknife, ubicada en el noroeste del país, donde 20,000 residentes han sido ordenados a evacuar. Con solo una autopista que conduce lejos del fuego, el tráfico es caótico y congestionado.
A pesar de los intentos desesperados por escapar por vía aérea, las autoridades están dando prioridad a personas con problemas de movilidad o salud, complicando aún más la situación. Mike Westwick, oficial de Información sobre Incendios Forestales de Canadá, expresó su preocupación por la dirección que están tomando los vientos en relación con los incendios en Yellowknife y Kakisa, lo que podría empeorar la situación en los próximos días.
Los números son impactantes: desde enero, 136,780 kilómetros cuadrados de bosques han sido devastados por las llamas, lo que equivale a un área ligeramente mayor que la superficie total de Grecia. En este momento, el país enfrenta 1,052 incendios forestales activos, de los cuales 668 están fuera de control. La región de los Territorios del Noroeste está sufriendo especialmente, con 236 incendios forestales activos.
La magnitud de la crisis ha llevado a Canadá a solicitar ayuda internacional. Por primera vez en su historia, el país ha pedido asistencia a la Unión Europea, solicitando el envío de efectivos para combatir los incendios. Bomberos de países como España, Portugal y Francia, así como expertos en extinción de incendios de México, Costa Rica, Brasil, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos han sido desplegados en la zona para apoyar los esfuerzos locales.
La devastación causada por estos incendios deja una marca profunda en Canadá y en el mundo. Mientras las comunidades luchan por proteger sus hogares y recursos naturales, la solidaridad internacional se convierte en un rayo de esperanza en medio de la oscuridad de la tragedia ambiental que está afectando a la nación norteamericana.