Los consensos en Bruselas se están resquebrajando. El primer ministro húngaro Viktor Orbán no es el único que rechaza las sanciones contra el petróleo y el gas rusos, por más que otros líderes europeos recurran a eufemismos o mecanismos alternativos para garantizar el flujo. Y mientras Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, promete que los 27 se acercan a concretar un boicot al crudo y refinados provenientes de Rusia, las empresas energéticas europeas avanzan en la apertura de cuentas en Gazprombank.
Después de que la Comisión Europea reconociera que la prohibición de importar gas ruso comprometería el crecimiento de la eurozona, las empresas del sector quedaron habilitadas para realizar sus pagos a través del banco ruso. En principio, la decisión beneficia a las dos partes: Europa abona en euros y Rusia luego los convierte en rublos. La Comisión asegura que este tipo de transacción no viola las sanciones, pero algunos países del bloque disienten.
Polonia, Bulgaria y Finlandia se vieron afectados por el corte de suministro tras negarse a pagar el gas en rublos, una exigencia decretada por Vladimir Putin en respuesta a las acciones de países "hostiles". El gobierno polaco, uno de los más proucranianos dentro de la UE, se siente traicionado por lo que percibe como un acuerdo tácito entre Bruselas y Moscú para salvas las apariencias. Ahora Europa puede afirmar que no se someterá a las condiciones del Kremlin, a la vez que Putin puede defender que recibe rublos de sus clientes europeos.
Ahora Europa puede afirmar que no se someterá a las condiciones del Kremlin, a la vez que Putin puede defender que recibe rublos de sus clientes europeos
"La UE paga, deja el dinero ahí y luego Rusia es libre de hacer lo que quiera. No veo este método como un factor determinante para afectar la unidad europea porque lo importante, al final, se está haciendo. Bruselas ha puesto en marcha todos los mecanismos para dejar de depender de la energía rusa. Las medidas a largo plazo están sobre la mesa y la situación ya es irreversible de cara al futuro", apunta Daniel Gil Iglesias, politólogo por la Universidad Complutense de Madrid.
Las principales empresas de energía de Alemania, Austria, Francia, Hungría, Italia, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia continuarán asegurando el abastecimiento por medio de Gazprombank, marcando una división entre los pragmáticos y los más principistas, que denuncian el doble discurso de Bruselas y la paradoja de condenar a Rusia mientras se financia la invasión a Ucrania. Hungría es tan dependiente de los hidrocarburos rusos como Alemania, si bien Orbán es más explícito al respecto que el gobierno de Olaf Scholz.
Para los países que aceptaron el método de pago euros-rublos es una situación incómoda, pero le recuerdan al primer ministro polaco Mateusz Morawiecki, que los acusó de ceder al chantaje de Putin, el carácter escalonado de cualquier estrategia de desprendimiento de los hidrocarburos rusos. De hecho, a diferencia de Varsovia o Washington, Bruselas apela cada vez menos a la retórica de la extorsión.
A tres meses del comienzo de la invasión a Ucrania, la diversificación del suministro energético se convirtió en una de las principales preocupaciones del bloque. Estados Unidos emergió como un proveedor de gas natural licuado (GNL) al rescate de la UE y el presidente Pedro Sánchez insistió durante el Foro de Davos en que la península ibérica puede funcionar como un hub por su capacidad regasificadora y la provisión de gas desde Argelia.
Sin embargo, estas opciones encarecen el precio de la energía y las facturas que llegan a los hogares. El escenario económico empieza a presionar a los gobiernos europeos. En ese sentido, el analista indica que "lo que la gente quiere es que no le suba la electricidad". "No es un problema explicarle a la opinión pública el método de pago (de Gazprombank). No habrá un clamor popular contra la medida porque la ciudadanía no quiere asumir los costes. Ya ha subido muchísimo el precio de la gasolina y de los alimentos", subraya.
Los países pueden dejar de comprar petróleo ruso de manera independiente. ELo ideal sería que fuera de modo comunitario, pero los Estados miembros tendrían margen de maniobra con el veto de Orbán
La UE apela a las centrales nucleares y de carbón para producir electricidad mientras apura la transición hacia las renovables. Nada de esto resulta suficiente para frenar el incremento en los precios. A medida que se deteriora el nivel de ingresos y la inflación se dispara en el continente, van saliendo a la luz las diferencias entre los países, tal como ocurrió con el envío de armas a Ucrania. La guerra cohesionó a Europa pese a las tensiones lógicas.
Sin embargo, el único que ha dejado en claro que no se plegará al embargo petrolero que prepara Bruselas es Orbán, que esta semana asumió las prerrogativas que le otorgan el estado de emergencia. "Era evidente que iba a pasar. En la UE hay distintas posiciones. Orbán se opone a las sanciones del petróleo ruso para utilizarlo como arma política para que Bruselas desbloquee los fondos que le retiene", dice Gil Iglesias.
"La presión pública húngara no es tan beligerante contra Rusia. Orbán está jugando sus cartas, aunque esta estrategia tiene bastantes riesgos. Los países pueden dejar de comprar petróleo ruso de manera independiente. El bloque se diluye porque hay matices. Lo ideal sería que fuera de modo comunitario, pero los Estados miembros tendrían margen de maniobra con el veto de Orbán", sostiene.