"Por suerte, en el Senado no nadie de la Coalición Cívica", celebró una senadora del PRO de diálogo cotidiano con uno de los presidenciales, al inicio de la reunión del interbloque previa a la sesión de este miércoles.
Elisa Carrió había irrumpido con acusaciones a referentes de Juntos por el Cambio y los apuntados publicaban sus descargos en las redes sociales.
Pero en la reunión de los senadores tampoco iba estar todo tan fácil: como ya es costumbre, no fue posible acordar votaciones conjuntas y volvieron a dividirse.
Es un clásico en el Senado, donde el interbloque que preside el radical Alfredo Cornejo funciona como una entelequia, sin coordinación y con un plenario previo a cada sesión para definir cómo disimular los desacuerdos, que no surgen por cuestiones personales sino por diferencias de fondo sobre los temas. Son las más difíciles de resolver.
Es como un recinto dentro del recinto, que sesiona un rato antes a puertas cerradas y refleja las tensiones entre los líderes. Algunos llaman a sus senadores preocupados la escena de la interna que regalan en cada sesión, pero no logran impedirla.
Este miércoles, además, debutó dentro de Juntos el nuevo bloque Cambio Federal, liderado por el chubutense Ignacio Torres. Por ahora tiene a cuatro senadores, con la intención de ampliarse para funcionar como una bancada alternativa del frente, abocada a cuestiones federales y lejos de la "agenda pendular porteña".
En Diputados el panorama es similar, pero los jefes evitan la ruptura explícita y concilian una abstención en los proyectos que tienen grieta interna, un recurso que permite no apoyar una ley y habilitar el quórum para que se apruebe igual.
Sólo así es posible unificar posiciones disímiles entre la UCR, el PRO y la Coalición Cívica, que varían entre respaldar todos los artículos de una ley a rechazarla por completo.
Fue lo que ocurrió en la elección de Cecilia Moreau como presidenta de la Cámara. O en la prórroga de asignación específica de impuestos a industrias culturales. En ambos casos, Juntos por el Cambio se abstuvo.
El interbloque del Senado se reúne antes de cada sesión y rara vez unifican posturas y votan divididos. El PRO no acepta leyes con costo fiscal y en la UCR tienen matices. En Diputados los jefes concilian una abstención, para o exponer las diferencias.
Aunque ya no es jefe del interbloque, el diputado radical Mario Negri es el encargado de conciliar posturas con sus colegas y la abstención es el único punto de encuentro.
Evitan una reunión del interbloque para definir agenda, para no replicar el griterío entre los 116 diputados que hubo en el salón Delia Parodi en la madrugada que se rechazó el presupuesto.
En el Senado la abstención no sirve para acercar posiciones en Juntos, porque se computa como ausencia y quienes quieren que una ley se sancione no podrían arriesgarse a dejar la sesión sin quórum.
Es por eso que, ante posturas disímiles, los senadores del principal frente opositor no tienen otra opción que votar divididos. Y ya es un clásico. Ocurrió con la moratoria previsional, que algunos senadores del PRO rechazaron y la UCR se repartió entre ausencias y abstenciones, con una alternativa propia como propuesta.
Nunca la votarían los macristas, porque dejaron claro en el recinto que su posición es que las moratorias previsionales no se justifican por su alto impacto fiscal.
El jefe del PRO Humberto Schiavoni y José Torello lideraron esa posición. Consideran que la defensa del equilibrio presupuestario no debe tener excepciones y este jueves la aplicaron para rechazar el régimen previsional especial de bomberos que combatan incendios forestales.
Uno de los proyectos presentados era del radical Mario Fiad, jujeño y cercano al gobernador y presidente del partido Gerardo Morales. Y lo había firmado Gladys González, del PRO, quien justificó su cambio de postura en la sesión y se convirtió en el blanco preferido del kirchnerismo en las redes sociales.
"Si votara esto, tal cual es mi deseo más profundo de proteger a los brigadistas, sería voluntarismo puro. Y daña mucho cuando tomamos decisiones voluntaristas. Podría haber pensado en una excusa para no venir: que me duele la panza o que tengo un problema familiar. Pero la verdad es que la política está llena de cobardes y especuladores", desafió la senadora.
El bloque PRO había fijado posición el martes por la noche, cuando intentaron no volver a dividirse como en el debate de la moratoria, cuando algunos se abstuvieron con los radicales. González cedió.
Tampoco votó el régimen especial a brigadistas el radical Martín Lousteau, quien rara asiste a las reuniones de comisión, en las que se luce su sucesora en la vicepresidencia de la Cámara, la santafesina Carolina Losada. Se destaca con preguntas punzantes a los invitados que luego convierte en videos virales.
El economista no es el único ausente repetido: algunas comisiones se hicieron con uno o dos opositores, incluso visitas de ministros como Jorge Taiana, Santiago Cafiero o Aníbal Fernández. La mayoría no quiere ir y no hay un encargado de motivarlos.
Este jueves el jefe del interbloque, Cornejo, se abstuvo de votar el consenso fiscal, pese a que su gobernador Rodolfo Suárez lo firmó. "Libertad de acción", fue la instrucción que dio en la reunión previa, a la que muchos senadores llegan a ciegas. Hubo 3 radicales que votaron en contra: Lousteau, Losada y el santacruceño Eduardo Costa.
El resto, a favor. De hecho, cuando el consenso se dictaminó en la comisión de presupuesto, el radical chaqueño Víctor Zimermann anunció el respaldo de su bloque, previa consulta con los gobernadores del partido.
Los senadores del PRO se activaron en los grupos de whatsapp para recordar que no lo votarían, porque permite subir impuestos locales. Y así fue.
El único acuerdo interno del interbloque fue rechazar la ley del blanqueo para la construcción, aun cuando tiene la firma del jefe del PRO en Diputados, Cristian Ritondo.
Los radicales no querían acompañar y el PRO se resistió a quedar pegado al Gobierno. Aseguran que Schiavoni prometió llamar a Ritondo para avisarle. Su bloque había fijado postura la noche anterior y no iba a ceder ante sus socios.
Hubo un gesto que, coordinado o no, sirvió para sancionar la ley: por sus ausencias, el Frente de Todos no alcanzó los 37 votos necesarios para el quórum, por lo que si el resto del recinto se vaciaba, la sesión se caía. No lo hicieron, porque los senadores de Juntos por el Cambio se quedaron a pulsar el botón rojo. No pasa muy seguido.