La decisión de Sergio Massa de designar a la radical Roxana Reyes como representante de los diputados en el Consejo de la Magistratura no fue gratuita para el líder del Frente Renovador. El presidente de la Cámara baja no consultó la decisión con sus aliados y evitó reproducir la estrategia del Frente de Todos en el Senado.
En los hechos lo que parece una diferencia es una estrategia que comparten Cristina Kirchner, La Cámpora y también -de manera parcial- de los más moderados del oficialismo como el jefe de bloque Germán Martínez, que presentó una impugnación en la Justicia contra la decisión del presidente de Diputados. Ese detalle no impidió que Massa y Martínez compartieran una reunión pocas horas después.
Cada uno atiende a su juego y sus responsabilidades. “Diputados no es el Senado”, explican dirigentes massistas sobre la correlación de fuerzas en la Cámara Baja, donde el oficialismo necesita tender puentes con la oposición. La misma observación sirve para pensar el futuro del proyecto para gravar la renta inesperada, aquel para para pagar al FMI con patrimonio no declarado o cualquier otro proyecto que despierte polémica.
No fue la única definición política que involucró al tigrense en los últimos días. El Frente Renovador decidió postergar hasta nuevo aviso -posiblemente la tercera semana de mayo- el congreso bonaerense del FR que se llevaría a cabo este fin de semana en Mar del Plata. Dos motivos obligaron a correr la fecha del encuentro.
La razón fundamental y más humana es que este sábado se cumplirá un año de la muerte del ex ministro de Transporte Mario Meoni, amigo personal de Massa y referente del Frente Renovador. Aunque en un primer momento habían pensado homenajearlo durante el congreso partidario, el titular de Diputados y la plana mayor del FR se trasladarán finalmente hasta Junín para participar de la conmemoración familiar.
La reprogramación del congreso del FR, que en mayo sería nacional, para algunos massistas es una contribución a la unidad del Frente de Todos. Es que, según marcan las encuestas que manejan en la presidencia de Diputados y que también llegaron a manos de Cristina Kirchner y de Alberto Fernández, el 55 por ciento de los argentinos quiere que el oficialismo siga unido. Entre ellos cuentan a la mitad de los opositores blandos y al 80 por ciento de los electores del oficialismo en 2019.
Varios dirigentes suponen que un acto de diferenciación en este momento hubiera sido contraproducente u obligado a definiciones más categóricas sobre el futuro, incluido el pedido de los suyos a Massa para que sea candidato 2023, una definición que el diputado pretende patear para adelante.
El diagnóstico de los asesores del FR es categórico: la guerra sin cuartel de la interna oficialista representa el síntoma más brutal de desconexión entre la clase política y la gente. “La gente tiene está harta de las peleas de los políticos”, le escucharon quejarse a Massa sus colaboradores de confianza. Sostienen que existe un divorcio entre la agenda de la política (y del oficialismo) y la social. A través del mismo prisma, advierten único dirigente que capitalizó la discusión de 10 días por el Consejo de la Magistratura fue Javier Milei.
El consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que en la medianoche del jueves aterrizó en Buenos Aires, le recomienda al tigrense y al Presidente lo mismo: no hablar de elecciones y poner toda la energía en la gestión. Alberto Fernández parece menos aplicado, como demostró en José C. Paz. La inflación, la generación de trabajo y la inseguridad están a la cabeza de los reclamos de la sociedad, según las encuestas del massismo (y de todas las consultoras). Allí se quiere parar Massa, entre la gestión y "la solución de problemas" concretos.
En los análisis que manejan en el oficialismo sobresale que buena parte de la ciudadanía ve con malestar cómo mejoran los ingresos de los sectores más ricos mientras ella solo sufre los efectos de la inflación. Los estudios también arrojan un dato paradójico: aunque la mayoría de los argentinos cree que los controles de precios no sirven para contener la inflación, la sociedad castiga aún más la falta de ellos. Massa sigue abrazado a su propuesta de alivios fiscales y monitorea la ejecución de los ministerios. Intentará erigir un rol más ejecutivo y protagónico. En su espacio entienden que buena parte del electorado oficialista lo quiere en ese lugar y que será provechoso para todos los aliados.
El presidente de la Cámara baja se sentó en primera fila para escuchar el anuncio del ministro de Economía de un bono de $18 mil para 13 millones de trabajadores informales y de bajos ingresos que significará un desembolso de medio punto del PBI en dos meses. Considera que la recuperación del ingreso es imprescindible y que el aumento de pesos en la calle favorecerá el consumo y no la inflación.
Para el diputado hay un detalle que pasó desapercibido de la exposición del ministro y es que durante el primer trimestre hubo un déficit fiscal primario del 0,25% cuando el programa prevé un 2,5% para el todo del año. El sobrecumplimiento de las metas con el FMI esconde una posible baja ejecución de varios de los 21 ministerios que quedó disimulada por la falta de un Presupuesto o porque todavía hay margen para aumentar la inversión pública, que el líder del FR considera esencial. La incógnita se develará en el segundo trimestre, con un Presupuesto por decreto.
En el massismo reiteran que la interna y las peleas entre los dirigentes desgastan los liderazgos políticos, a pesar del rédito acotado de "las minorías intensas". Con esa hoja de ruta, Massa sigue pidiendo por todos los medios y por ahora sin éxito la restauración de mesas políticas y la institucionalización de la coalición oficialista. En el FR creen que aunque la propuesta no tenga eco, tendrá un rédito.
Massa sigue viéndose a sí mismo como un constructor de consensos. Empujará con ese espíritu una batería de leyes productivas durante los próximos 90 días: agroindustria, cannabis medicinal, automotriz y la cadena de litio, entre otros.
El líder del FR tampoco descuida la relación con los gobernadores. A pesar del camino sinuoso del FR desde su construcción en 2013, en esa fuerza se siguen autopercibiendo como la avenida del medio; ahora en el FDT y como nexo entre los socios. Recuerdan que sus posiciones sobre política internacional, reducción de impuestos y seguridad fueron siempre las mismas.
Algunos dirigentes del FR reconocen que la tarea de gestor de Massa, ya sea como intendente y sobre todo en el ANSES, que juzgan exitosa, hoy quedó desdibujada en el tiempo. Una razón es objetiva: pasó una década. Otros creen que su huella en el organismo previsional sigue firme. Todos coinciden en no confirmar los trascendidos de un posible salto de Massa a un superministerio de Economía y Producción, una potestad que reconocen exclusiva del Presidente.
Para mostrar su carácter ejecutivo, el diputado les encargó una agenda a sus funcionarios en el Gobierno: seguirá acompañando y supervisando las medidas más relevantes de ARSAT, el ministerio de Transporte, el Enacom y varias secretarías de Estado. En el entorno del diputado no preocupa que el apodo despectivo de "ventajita" que le adosó Mauricio Macri y (que a veces utilizan sus aliados para referirse a él) haya calado en algunos sectores. "Eso es algo del círculo rojo, la gente ve a Sergio como un gestor y quiere que participe más", se entusiasman. FuenteS: Telam. Clarín, Redacción.