La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, ha revelado que los mercenarios rusos de Wagner estuvieron involucrados en un intento de Golpe de Estado para destituirla. Este país, ubicado en la región del Cáucaso y con la región separatista de Transnistria en su jurisdicción, teme seguir los pasos de Ucrania, Georgia y Armenia, donde existen enclaves separatistas prorrusos.
La denuncia de Sandu debe considerarse en el contexto de la interferencia de países occidentales, liderados por Estados Unidos, en asuntos que son localmente sensibles en Europa del Este y el Cáucaso, antiguas repúblicas soviéticas y miembros del Pacto de Varsovia.
Sandu afirmó que Yevgeny Prigozhin, exjefe de Wagner y supuesto subordinado de Vladimir Putin, había planeado un Golpe de Estado a principios de este año en Moldavia. También acusó a Rusia de financiar a grupos separatistas prorrusos en su país y utilizar métodos de soborno a votantes moldavos a través de tarjetas de crédito emitidas en Dubai.
La presidenta moldava calificó al partido opositor 'Shor', afín a Rusia, como un "grupo criminal" y títere de Putin. La Unión Europea (UE) impuso sanciones al oligarca moldavo Ilan Sor, líder de 'Shor', por socavar la soberanía de Moldavia.
Las tensiones entre Rusia y Moldavia aumentaron cuando este país expresó su interés en unirse a la UE, lo que llevó a Putin a presionar para que Moldavia dé marcha atrás en su decisión, especialmente teniendo en cuenta su dependencia del gas ruso suministrado por Gazprom.
La región separatista prorrusa de Transnistria en Moldavia presenta similitudes con otros enclaves en el Cáucaso y Europa del Este, donde los rusófonos han sido un factor importante en los conflictos territoriales. La historia de Moldavia, como la de Georgia y Ucrania, ilustra cómo las aspiraciones de estos países de acercarse a Occidente han provocado la ira de Rusia y han desencadenado tensiones y conflictos en la región.