En un estadio abarrotado de la capital de Níger, alrededor de 30,000 partidarios del golpe de Estado se han reunido en una masiva manifestación. La situación se ha vuelto cada vez más tensa en el país, ya que se acerca la noche del domingo, fecha límite establecida por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) para que los militares abandonen el control del país o se enfrenten a una posible intervención armada.
La junta militar golpista ha solicitado ayuda a Wagner, una polémica empresa militar privada, al mismo tiempo que ha roto los lazos de seguridad con Francia, un importante aliado histórico del país. Esto ha llevado a los manifestantes a pedir la retirada inmediata de las fuerzas antiterroristas francesas y occidentales, exigiendo además la nacionalización de las minas de uranio de Níger.
"Queremos paz, ninguna agresión de países extranjeros contra otro país. Somos hermanos y los que están aquí son ciudadanos normales. Sólo poder comer es un problema para nosotros. Así que si hay una guerra, eso no arreglará nada; por eso hemos venido aquí", expresó Mohamed Noali, un residente de Niamey.
La situación se ha vuelto aún más compleja debido a la posición del Senado de Nigeria, país vecino, que se ha opuesto al plan de la CEDEAO de una posible intervención militar. El Senado ha instado al presidente nigeriano, actual presidente del bloque, a explorar otras opciones distintas al uso de la fuerza.
Sin embargo, la CEDEAO aún tiene la posibilidad de seguir adelante con la intervención, ya que las decisiones finales se toman por consenso entre los Estados miembros.
La junta golpista ha advertido que cualquier acción militar contra el país recibirá "una respuesta inmediata y sin preaviso" de su Ejército, lo que aumenta aún más la tensión en la región.
Mientras la comunidad internacional sigue atenta a los acontecimientos en Níger, la incertidumbre y la preocupación continúan en aumento mientras el plazo fijado por la CEDEAO llega a su fin.