

Todo empezó con un correo y terminó con millones de pesos esfumados. Pero la historia no termina ahí. Te contamos cómo cayó “La China”, la mujer que habría liderado una de las estafas más grandes contra la educación pública en Argentina.
Una banda de estafadores le robó más de $1.500 millones a la Universidad de Buenos Aires (UBA) en una operación que parece sacada de una serie de Netflix, pero que pasó de verdad. Este fin de semana, la historia sumó un nuevo capítulo: la Policía Federal detuvo a una mujer apodada “La China”, acusada de ser la cabeza de todo el plan.
Según fuentes policiales, ella era clave para mover la guita robada: “Distribuía el dinero en cuentas de terceros para hacerlo desaparecer y volver a meterlo en el sistema financiero”, explicaron. Esto se hizo con transferencias bancarias MEP (Medio Electrónico de Pago), que normalmente se usan para operaciones legales, pero acá fueron el canal para una estafa multimillonaria.
El origen del caso se remonta a octubre de 2024, cuando las facultades de Derecho y Odontología de la UBA detectaron movimientos raros en sus cuentas del Banco Nación y presentaron una denuncia. Ahí saltó todo: alguien se estaba haciendo pasar por personal de Tesorería de la UBA y mandaba órdenes de transferencias falsas.
Hasta ahora, ya hay seis detenidos. La banda habría armado empresas fantasmas y cuentas de mail truchas para simular operaciones oficiales. Incluso, llegaron a mandar notas en papel con firmas falsificadas a través de cadetes, como si fueran documentos legales.
Según el informe judicial, se detectaron al menos 13 transferencias por un total de $1.591 millones. Y no contentos con eso, intentaron otras tres por $341 millones más, que no llegaron a concretarse.
La clave estuvo en cómo lograron engañar a todos: usaban nombres reales, canales oficiales y documentos bien armados. Parecía todo legal, pero era una estafa de punta a punta.
Ahora, con “La China” tras las rejas, la causa avanza. La investigación está en manos de la Policía Federal, que sigue rastreando los destinos del dinero y a los cómplices que quedan sueltos.
Porque este tipo de estafas no sólo le sacan plata a una universidad pública como la UBA, sino que también muestran cómo los sistemas bancarios pueden ser vulnerables si no hay controles firmes. Y también, cómo los estafadores aprovechan herramientas como las transferencias bancarias MEP para hacer operaciones en la sombra.
Seguí leyendo que esta historia todavía no terminó. Todavía quedan cabos sueltos, nombres por caer y mucha plata por recuperar.