

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 28 de mayo de 2025
Al Sr. Ministro de Desregulación y Transformación del Estado Dr. Federico Sturzenegger
De mi mayor consideración: En principio, dudé en responder a sus declaraciones, tan desafortunadas, por cierto. Esperaba que algunas de las entidades de la Mesa de Enlace se expresaran públicamente ante sus dichos sobre el INTA. Como eso no ha ocurrido, y usted continúa insistiendo, me atrevo a contestarle con el objetivo de educar al funcionario.
El INTA, con casi 70 años de vida, ha estado siempre al lado del sector agropecuario, agroalimentario y agrobioindustrial (SAAA), brindando información, conocimiento y tecnología a través de la investigación, el desarrollo tecnológico y la extensión rural.
Como bien dice usted, somos 6.300 integrantes entre profesionales, técnicos y personal de apoyo administrativo, de campo y de laboratorio. Tenemos un Plan Estratégico Institucional (PEI) 2015-2030. A partir de allí se elaboran Planes de Mediano Plazo (PMP) que se ajustan según el contexto. Actualmente se está evaluando el anterior y se elabora el correspondiente a este quinquenio. Todo este proceso se concreta en una cartera de programas y proyectos.
La gobernanza del INTA es público-privada, lo que significa que las entidades del sector productivo definen, junto con el gobierno y la comunidad científica, las líneas tecnológicas a implementar. No como se pretende ahora, subordinando el organismo al poder político de turno.
El INTA, como organismo de ciencia y técnica, tiene anclaje territorial en todo el país, con 350 nodos de presencia federal a través de Centros Regionales, Estaciones Experimentales y Agencias de Extensión Rural. Además, cuenta con 6 Centros de Investigación y 22 Institutos.
Por si no lo sabe o no lo recuerda, según el Censo Nacional Agropecuario (CNA) 2018, en el país hay cerca de 250.000 explotaciones agropecuarias, de las cuales el 64% corresponde a la Agricultura Familiar. Ese es el campo que alimenta, que defiende el ambiente, genera trabajo, arraigo rural y soberanía alimentaria.
• El silo bolsa, desarrollado en INTA Manfredi, utilizado en todo el país y
exportado a varios países del Cono Sur.
• La vacuna oleosa contra la fiebre aftosa, innovación fundamental en el
control sanitario y desarrollo ganadero.
• Tecnologías para cosecha mecánica como la cañera INTA y la Javiyú INTA
(Famaillá y Reconquista), la cosechadora de algodón, y la máquina
pasteurizadora y ensachetadora de leche para pequeños productores.
• Remates de ganado para pequeños productores iniciados en Corrientes,
con referencia de precios y mejora de ingresos.
• Cursos de formación técnica, como el de profesional tambero en Santa Fe
o el de maquinaria vitivinícola en Cuyo.
• El destete precoz desarrollado en Concepción del Uruguay, adoptado
también en países del Mercosur.
• El proyecto Tomate 2000 en Cuyo: cadena integrada entre productores,
tecnología e industria, triplicando los rendimientos.
• La agricultura de precisión, tecnologías de geoposicionamiento y red de
radares meteorológicos.
• Los programas Cambio Rural, con llegada a más de 50.000 productores, y
ProHuerta, con más de 4 millones de participantes, ambos con
reconocimiento internacional por su impacto en el desarrollo rural, la
seguridad alimentaria y la organización comunitaria.
• Cartas de suelos elaboradas en distintas provincias, claves para el
planeamiento productivo y ambiental.
• Más de 1.000 materiales genéticos inscriptos en cereales, oleaginosas,
frutales, forestales, aromáticas, entre otros.
• La plataforma de educación a distancia PROCADIS, que capacitó a más de
500.000 personas del país y del mundo.
Podría continuar, pero prefiero que retenga estos. Si lo desea, le puedo acercar un
folleto con los 100 logros del INTA para que sus equipos técnicos se informen
antes de emitir nuevas declaraciones públicas.
Como verá, tenemos un plan, tenemos personal calificado y comprometido con el
desarrollo nacional. Las autoridades que nos gobiernan provienen tanto del sector
público como del sector productivo. Y generamos resultados e impactos en las
regiones y comunidades.
Sé que usted desprecia al empleado público. Por eso, le propongo que corrobore
lo dicho con cualquier productor o funcionario provincial o municipal del país. Ni
siquiera es necesario citar aquí la valoración que la comunidad científica
internacional tiene sobre el INTA, aunque usted debería sentirse orgulloso de este
organismo. Pero quizás —y perdóneme la franqueza— sea pedirle peras al olmo.
Para cerrar, en su entrevista afirmó que el Estado se ahorra 2.000 millones de
dólares anuales por haber despedido a 47.000 empleados públicos. Eso es
información parcial. No menciona que este año se pagarán más de 21.000
millones de dólares en intereses y amortizaciones de deuda externa, de los cuales
aproximadamente 3.100 millones corresponden a intereses al FMI. Esa deuda no
fue originada por esos empleados que usted echó. Tampoco están claros los
resultados de ese endeudamiento. Usted debería saberlo: fue parte del equipo
que conducía la economía en 2001, cuando todo voló por los aires, y también
protagonista del endeudamiento de 2018.
Lamento tener que explicarle esto. Deberían hacerlo los medios de comunicación,
pero son pocos los que aún practican el periodismo con responsabilidad y espíritu
crítico.
Por eso, como funcionario con su trayectoria, le recomendaría más humildad al
referirse al sector público y a quienes trabajamos en él con compromiso y
dignidad.
Sin otro particular, lo saludo atentamente.
Hector Ferrario
Leg. 15779
Colectivo INTA