martes 10 de junio de 2025 - Edición Nº4737

Nacionales | 9 jun 2025

OPINIÓN

Los pueblos que renuncian a su pasado sepultan su porvenir

Oportuno y contundente artículo escrito por Antonio Arcuri, una de las plumas peronistas más iluminadas del momento.


Este 9 de junio se cumplen 69 años de la rebelión cívico militar encabezada por los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, que se proponía desplazar del poder a la dictadura encabezada por Pedro Eugenio Aramburu y convocar a elecciones para recuperar el estado democrático, quebrado por la mal llamada Revolución Libertadora un año antes.

En 1956 la argentina vivía sumergida en la persecución política y la opresión social. Bajo el imperio de las armas se cercenaba la voluntad popular y se intentaba una restauración oligárquica que borrase los avances producidos por el gobierno peronista en materia política, económica y social, entre 1945 y 1955.

La rebelión encabezada por Valle y Tanco fue abortada en pocas horas. la intentona había sido descubierta por la inteligencia militar, que dejó actuar a los rebeldes, sabiendo que no tenían ninguna posibilidad de triunfar, para aplicar sobre ellos una medida ejemplificadora.

Fue así cono en el término de 72 horas, entre el 10 y el 12 de junio de 1956, veintisiete hombres entre civiles y militares, fueron literalmente pasados por las armas, victimas del más cruel y feroz terrorismo de estado.

En Lanús, en los basurales de José León Suárez, en Campo de Mayo, en La Plata y en la Ciudad de Buenos Aires cayeron víctimas de las balas asesinas 27 compatriotas, en un hecho que enlutó a la nación entera, y que la pluma, comprometida y brillante, del escritor y periodista Rodolfo Walsh, documentó en la obra Operación Masacre.

El general Juan José Valle, sabiendo de la matanza que se estaba cometiendo en represalia por la rebelión, decidió entregarse el 12 de junio y esa misma noche fue fusilado en la Penitenciaría Nacional de Las Heras

En sus últimas horas el general patriota le escribió una carta a Aramburu en la que luego de desenmascarar las verdaderas intenciones de los fusiladores, le advertía con precisión:

“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado… 
“conservo toda mi serenidad ante la muerte...
“nuestro fracaso material es un gran triunfo moral...
“nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado...
“no defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica...
“como cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y, como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos, no solo de minorías privilegiadas”.

El correr tiempo demostraría que aquellos vientos sembrarían tempestades y durante décadas, merced a la intolerancia y la persecución, el país vivió sumergido en la anarquía y la violencia.

A pesar de los años transcurridos, tenemos el compromiso ineludible de recordar a esos hombres que cayeron peleando por la democracia y la república.

Para que su sacrificio no haya sido en vano, es necesario comprender que los pueblos que renuncian a su pasado no hacen otra cosa que sepultar el provenir.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias