La escena fue breve pero contundente: Luis D’Elía, dirigente piquetero de larga trayectoria en el peronismo combativo, volvió a pisar la sede del Partido Justicialista para expresar públicamente su apoyo a Cristina Fernández de Kirchner. No se trató de una visita casual, sino de un gesto político de alto voltaje simbólico, en un momento donde la expresidenta enfrenta una nueva avanzada judicial por la causa Vialidad, con la Corte Suprema en el centro de la escena.

Reagrupamiento del campo popular ante la proscripción

La presencia de D’Elía en el PJ no puede leerse de forma aislada. Se inscribe dentro de un proceso de reagrupamiento de distintos sectores del peronismo y del movimiento popular, que reconocen en Cristina Kirchner no sólo a una figura política central, sino a la principal víctima de un sistema judicial cooptado por intereses corporativos, económicos y antipopulares.

El dirigente de MILES, que en el pasado fue crítico de algunos sectores del kirchnerismo, hoy se alinea sin reservas con la expresidenta. En su visita, D’Elía no solo expresó respaldo: pidió reconstruir una estrategia de unidad, calle y conducción política que permita enfrentar la embestida del lawfare y la ofensiva neoliberal encarnada en el gobierno de Javier Milei.

El regreso de los actores populares

Luego de haber sido encarcelado durante el macrismo y de mantener un bajo perfil en los últimos años, la reaparición de D’Elía en el PJ marca una recuperación del protagonismo de los sectores más combativos del peronismo territorial. En el actual contexto de ajuste brutal, despidos masivos y vaciamiento del Estado, su figura cobra renovada relevancia como parte de una generación de dirigentes que no negocia derechos, sino que los defiende en la calle.

Con su habitual estilo frontal, D’Elía aprovechó su paso por la sede partidaria para recordar que “sin Cristina no hay 2025 posible”. La frase resuena fuerte, en momentos en que el kirchnerismo discute cómo enfrentar la posible proscripción de su líder, mientras la militancia exige una estrategia que combine institucionalidad con movilización.

El PJ, entre la cautela y los gestos de rebeldía

La decisión de D’Elía de ir al PJ tiene también un mensaje hacia adentro. La sede de la calle Matheu 130 ha sido, en el último tiempo, más un espacio administrativo que político. Su visita recuerda a la dirigencia que el peronismo no es solo estructura electoral: es movimiento, historia, confrontación y pueblo en la calle.

La foto de D’Elía en el PJ es una señal para que la conducción partidaria no se limite a esperar definiciones judiciales, sino que se ponga al frente de la defensa de Cristina, sin eufemismos.

Mientras algunos sectores del justicialismo especulan con transiciones o fórmulas alternativas, otros —como D’Elía— entienden que la pelea real es contra un sistema que quiere erradicar al kirchnerismo del mapa político. Y que en esa pelea, el PJ debe ser trinchera, no oficina.

Cristina, símbolo de la resistencia democrática

El respaldo de D’Elía suma a una serie de gestos recientes que muestran que, lejos de ser una figura retirada, Cristina Kirchner sigue concentrando la adhesión del grueso del movimiento nacional y popular. Su figura sintetiza la resistencia contra un modelo económico excluyente, y su posible proscripción es entendida por amplios sectores como un golpe directo a la democracia.

Por eso, actos como el de Luis D’Elía no son anecdóticos: son la expresión concreta de que la resistencia al modelo de Milei no sólo se da en el Congreso o en las redes, sino también en los gestos de reconstrucción militante, en la reafirmación de liderazgos, y en la defensa irrestricta de quienes encarnan una historia de lucha.