

El Concejo Deliberante de La Plata suspendió la sesión programada para hoy, tras la decisión de la Corte de condenar a Cristina Fernández de Kirchner. La decisión fue tomada por el titular del cuerpo, Marcelo Gustavo Galland, a pedido de los referentes camporistas locales, encabezados por el edil Pablo Emanuel Elías.
Como no podía ser de otra manera, a primera hora, el inefable Nicolás Morzone, concejal amarillo avioletado, jefe de Gabinete del Ministerio de Desarrollo Económico de CABA, que conduce Hernán Lombardi y ex presidente del Consejo Escolar de La Plata (donde está acusado por el Tribunal de Cuentas de facturar obras que no se hacían), puso el grito en el cielo.
Con la histeria típica de quien no se anima a salir del placard, Nicolás Morzone dijo que “me parece una falta de respeto a los platenses suspender la sesión de hoy por una decisión unánime de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de condenar a Cristina Kirchener. Tenemos temas importantes para tratar y esto es darle la espalda a los platenses, no entender nada”.
Al concejal Nicolás Morzone le parece mal que no se sesione hoy, cuando sabe muy bien que todo el peronismo está impactado y movilizado ante la sentencia de la Corte respecto de la presidenta del PJ, Cristina Kirchner. Sin embargo, el concejal acusado de robarse dinero para arreglar escuelas humildes, no cree que esté mal complir la doble función de ser funcionario en CABA (nada menos que jefe de gabinete de un ministerio) y edil en La Plata.
Ambas funciones requieren tiempo completo de dedicación. En las dos representa los intereses del pueblo. Para colmos, CABA es la ciudad más grande e importante del país y La Plata es la capital y segunda en cantidad de habitantes de PBA, el territorio donde vive el 39 por ciento de los argentinos.
Es difícil imaginar que una persona pueda cumplir con la plenitud que exige cada uno de los cargos y los abultados sueldos que cobra. A Morzone le falta tiempo, dedicación e idoneidad, además de la necesaria transparencia que se debería exigir para la administración de la cosa pública.
Si bien los montos de ambas acusaciones son infinitamente distintos (tanto como la capacidad intelectual de ambos), a Morzone se lo acusa de lo mismo que a CFK: de corrupción en el manejo de los fondos del Estado.
Por eso, los que deberían quejarse son sus compañeros del cuerpo legislativo, de tenerlo sentado a Nicolás Morzone en una banca, mucho más que él porque se cambie de día una sesión cualquiera...