

Los hospitales de la Provincia de Buenos Aires son un desastre desde hace muchos años, es verdad. Pero durante la gestión de Axel Kicillof, la situación que parecía no tener posibillidades de empeorar, se agravó notoriamente. Paredes que parecen de una cárcel, techos que se caen de a pedazos, puertas que no cierran, un altísimo porcentaje de luces que no funcionan, transmiten la primera impresión horrible al ingresar a alguno (cualquiera) de los 77 hospitales públicos provinciales, o de las 15 Unidades de Pronta Atención (UPA).
El San Martín de La Plata, conocido como el Policlínico de 1 y 70, es el más grande de la provincia y pertenece a la Región Sanitaria XI. Ocupa una superficie de 4 manzanas, con 10 pabellones y un terreno de cuatro hectáreas. Tiene helipuerto. Cuenta con más de 3.240 personas trabajando, entre médicos, enfermeros, camilleros, personal de limpieza y mucamas. Atiende 208.294 consultas ambulatorias y 12.233 internaciones por año. Tiene tomógrafo, mamógrafo, ecógrafo, torre de laparoscopía, gimnasio de kinesiología, sectores de salud mental y muchas otras áreas.
La política bonaerense, especialmente el gobernador Axel Kicillof, lo utiliza permanentemente como ejemplo de su esmerado trabajo en favor de la salud pública provincial. Sin embargo, una cosa son los relatos y otra la realidad. En los últimos seis años, el Hospital San Martín ha sufrido un deterioro significativo de su infraestructura, con filtraciones, cortes de luz y falta de insumos básicos. El personal enfrenta sobrecarga laboral, demoras en atención e incluso despidos, mientras los servicios críticos se vieron seriamente comprometidos. Los testimonios de usuarios reflejan un deterioro generalizado, con condiciones pésimas, especialmente en pasillos y baños.
Hace pocos días, familiares de pacientes internados en el San Martín de La Plata, denunciaron acumulación de basura, residuos médicos sin tratar y aguas contaminadas a pocos metros de salas donde se atiende a pacientes inmunodeprimidos, como el Pabellón Rossi, destinado a personas con leucemia y cáncer. La situación generó alarma por el riesgo de infecciones en pacientes vulnerables y por las condiciones indignas en las que se presta atención médica. Trabajadores del hospital aseguran que los reclamos internos son constantes, pero no reciben respuestas ni soluciones estructurales.
1. Infraestructura en deterioro
Derrumbe de techo en consultorios del ala antigua en enero de 2019: se atribuye a la falta de mantenimiento y al fallo en generadores tras un apagón.
Pasillos oscuros, con charcos, cables colgando y filtraciones: denuncias de 2023 que revelan condiciones deplorables en subsuelo y sectores oncológicos.
Invasión de basura, goteras, cucarachas y roedores: imágenes y testimonios de 2019 destacaron estos graves problemas higiénicos e infraestructura resquebrajada.
2. Fallas en servicios esenciales
Cortes de luz en varias oportunidades, obligando a trabajar a oscuras durante hasta tres horas, especialmente en neonatología. Se detectaron fallos en tableros y generadores, poniendo en riesgo la atención crítica.
3. Falta de insumos médicos
Falta de elementos esenciales: guantes, gasas, insumos para radiografías y analíticas de sangre. Se suspendieron cirugías y se debían adquirir insumos de manera externa o alternativa.
4. Personal con condiciones precarias
Reducido plantel: pérdidas de hasta cien profesionales, guardia con apenas un cirujano y dos pediatras; emergencias “colapsadas” debido a vacantes no cubiertas.
Despidos de enfermería e higiene en 2020; personal de limpieza se quejó de sobrecarga y condiciones “antisanitarias” bajo carta abierta.
5. Demoras y colapsos en atención
Pacientes esperando hasta 8 horas en guardia: hacinamiento en pasillos y falta de recursos humanos e insumos.
6. Crisis durante la pandemia
En abril de 2021 se activó el "Protocolo de Última Cama" por saturación extrema en terapia intensiva: “nadie estudió medicina para esto, es una catástrofe”, señalaron en aquel momentos los médicos del lugar.
Dificultades en abastecimiento de tratamientos oncológicos por falta de presupuesto.