

Dentro de las pocas definiciones que se brinda sobre el futuro del INTA y sus trabajadores, ya puede saberse que se va a cerrar la EEA del Área Metropolitana de Buenos Aires (EEA AMBA) con todas sus 9 agencias de extensión ubicadas en partidos del conurbano bonaerense.
La tarea de una Experimental de Área Metropolitana nunca fue comprendida adecuadamente. Incluso esta incomprensión vino de parte de muchos tradicionales profesionales del propio Instituto que no entendían por qué el INTA abordaba una tarea que no era puramente rural (como había sido el rol histórico del INTA).
También es cierto que existe en cierta dirigencia agropecuaria un desprecio muy grande hacia “el conurbano”, su agricultura, los intentos de avanzar hacia la “agroecología” o sus organizaciones de productores.
En este contexto, es obligación de explicar aspectos que deberían hacer a la racionalidad en la construcción de políticas de Estado en argentina.
La “producción de cercanía” o el cambio geo-demográfico en Argentina
La tarea del INTA y de la política agraria, además de generar condiciones competitivas para la empresa agropecuaria, estuvo siempre ligada a la mejora en la producción y provisión de alimentos para la población.
Son históricas las líneas de trabajo en especies hortícolas para consumo fresco o conservas, mejora de razas de aves para carne y huevo, producción porcina, tecnologías veterinarias, tecnología en tambos, etc.
Sin embargo, los patrones de producción, traslado y procesamiento de alimentos cambiaron drásticamente desde los comienzos del INTA a la actualidad.
En los orígenes del INTA, por la década 1950, la producción de alimentos y su procesamiento o bien se daba se daba en las chacras que lindaban pueblos y ciudades, o bien se generaba en los propios campos de los chacareros (que tenían sus huertas, sus chanchos y gallinas y hacían sus propias mantecas, embutidos, etc.). Pero 75 años después, las cosas son muy diferentes.
En la actualidad, el 92% de la población vive en las áreas urbanas y el 35% de la población total de Argentina en el AMBA.
¿Ustedes dónde piensan que deberían concentrarse la producción de alimentos frescos y perecederos?
Usualmente nos quejamos (con razón), de que los alimentos viajan muchos kilómetros desde las localidades en los que son obtenidos hasta las plantas donde son procesados y enviados de nuevo a los pueblos.
Si esa queja es cierta, también tiene que entenderse que la producción del área metropolitana es “de cercanía”: se produce en los cinturones hortícolas del AMBA, Mar del Plata, gran Mendoza, gran Córdoba, gran Chaco, etc. Eso eficientiza la logística y baja costos que impactan en el precio de lo que consumimos
Efectivamente, no debería haber una EEA Metropolitana del INTA… debería haber muchas en todo el país, asistiendo a productores a que entreguen el alimento más sano y nutritivo a toda la población, con mejores tecnologías y cuidados del ambiente.
Un modelo agrario excluyente es simétrico a un conurbano excluyente
Como mencionamos, ciertos actores tradicionales de la ruralidad desprecian al “conurbano” (o “los conurbanos”). Sin embargo, se debería hacer el esfuerzo por entender quiénes y por qué fueron incrementando la población de los conurbanos.
Muchos habitantes de los conurbanos provienen originalmente de áreas rurales. Cualquiera que haya tenido que migrar sabe del dolor del desarraigo y de la incertidumbre de vivir en un nuevo lugar.
Estos migrantes internos probablemente se asienten en lugares con mínimos servicios (públicos y privados) y, en caso de encontrar empleo, les espera un alto costo de movilidad y horas de vida en un transporte público deficiente.
¿Por qué lo hacen entonces? Porque no tuvieron otras oportunidades.
El modelo agrario actual es expulsivo de productores agropecuarios y trabajadores rurales. Las explotaciones agropecuarias pasaron de 420.000 en 1987 a 250.000 en 2018, según los diferentes CNA.
En la actualidad el 50% de los trabajadores agrarios son pobres (@argendatafundar) y por lo tanto las condiciones de vida inadecuadas para que pueda prosperar una familia.
Este proceso fue paulatino, pero constante. Para ver sus consecuencias basta con tomar cualquier ruta para recorrer las taperas, escuelas vacías, montes frutales abandonados o molinos en campos ahora agrícolas. Con ello apreciaremos una vida rural que ya no está.
Un modelo agrario excluyente y el crecimiento del conurbano, son dos caras de la misma moneda.
Para trabajar en un modelo agrario más inclusivo y humano, que vuelva a generar oportunidades para la población y prosperidad de las familias rurales, se necesita “más INTA” porque la investigación privada no lo hará.
Un nuevo “Grito de Alcorta”
Seguramente, el lector se emocionará como quien escribe, cuando lee sobre la gesta de los chacareros inmigrantes de nuestra pampa gringa, que con sus familias vinieron a la Argentina buscando un futuro mejor.
Para ello, tuvieron que trabajar de sol a sol en campos que no eran suyos soportando todo tipo de abusos en los arriendos y sus condiciones.
Esa situación de incertidumbre, no solo perjudicaba a los ingresos de estos agricultores familiares, sino que también, mientras se precarizaban las condiciones en que desarrollaban la vida, se afectaba la sustentabilidad ambiental (ya que no podían llevar adelante las mejores rotaciones y prácticas).
Producto del esfuerzo de nuestros “gringos”, pero también de políticas públicas (Ley de Inmigrantes y Colonización, Ley de Arrendamiento y Aparcerías, Banco Nacional de Tierras, etc.), esas familias chacareras prosperaron. La mayoría se volvió propietaria y luego se desarrollaron técnicamente acompañadas por el INTA.
Bueno, sepa el lector que ahora hay otro grito atragantado.
Son otros inmigrantes que llegan a trabajar para producir alimentos, que trabajan desde el amanecer a la noche por un precio que no compensa su esfuerzo, que no tienen acceso a la propiedad de la tierra, que para poder ganarle a los costos resignan condiciones de trabajo y de vida, que sufren prácticas abusivas en la comercialización.
¿Usted no cree que estos agricultores familiares de las áreas metropolitanas deberían ser acompañarlos por el INTA?
¿Qué mérito capitalista les falta a estos productores agrícolas?
¿Qué esfuerzo no realizaron?
Y respecto a la agroecología, hoy por hoy no es posible plenamente, pero es deseable como tendencia. Es necesario preservar la salud de los agricultores y sus familias, es necesario cuidar el delicado equilibrio ambiental de los periurbanos y es fundamental que todos podamos alimentarnos de manera sana y nutritiva.
Cerrar la EEA AMBA del INTA no colabora con la eficiencia en la producción de alimentos, no mejora las condiciones en las que son obtenidos y por el contrario deja en la desesperanza a miles de productores y sus familias.
Es necesario comprender la diversidad productiva, social y cultural de nuestra argentina y acompañar a los técnicos del INTA que buscan un país mejor.