

La resistencia silenciosa: intendentes amarillos que no quieren el acuerdo con Milei
La escena transcurre en la PBA, pero tiene eco en la Casa Rosada y en la mesa chica del PRO nacional. Un grupo de intendentes amarillos, que gobiernan distritos clave del conurbano y del interior bonaerense, decidió ponerle freno al acercamiento con La Libertad Avanza (LLA) que impulsa Karina Milei con el aval táctico de Mauricio Macri. El conflicto no es nuevo, pero estalló en las últimas horas con reuniones tensas, declaraciones cruzadas y llamados en voz baja desde Olivos.
Según pudo reconstruir VisionPolitica.com.ar, el intento de consolidar una "alianza táctica" entre sectores del PRO bonaerense y los armadores libertarios fracasó, al menos por ahora, en la primera línea territorial: los intendentes. El motivo: desconfianza en el rumbo del gobierno, temor al costo político del ajuste, y diferencias de fondo con el estilo confrontativo del oficialismo nacional.
Karina, Caputo y la estrategia de sumar sin convencer
Desde el entorno presidencial insisten en que el objetivo no es “cooptar” al PRO, sino “ampliar las bases de sustentación legislativa”. Pero en los hechos, las gestiones de Karina Milei y Santiago Caputo apuntan a seducir intendentes, ofrecer cargos y condicionar la estrategia electoral 2025 con listas mixtas. En algunos distritos, como Bahía Blanca o Pinamar, hubo avances. Pero en la mayoría, reina el escepticismo.
Los intendentes que se resisten —entre ellos Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Soledad Martínez (Vicente López), Guillermo Montenegro (Mar del Plata), Pablo Petrecca (Junín), Ezequiel Galli (Olavarría) y Javier Iguacel (Capitán Sarmiento)— consideran que el acuerdo con Milei es una entrega política. Aseguran que no hubo consulta con las bases ni discusión institucional dentro del partido.
Macri en el medio, Ritondo en silencio y Grindetti incómodo
El expresidente Mauricio Macri apoya en público el entendimiento con Milei, pero internamente admite que el PRO está atravesando una "transición compleja". Su liderazgo es cuestionado por los intendentes, que exigen mayor autonomía y rechazan imposiciones. En tanto, Cristian Ritondo, quien había sido señalado como posible interlocutor entre libertarios y PRO, bajó su perfil. Y Néstor Grindetti, presidente del PRO bonaerense, quedó atrapado entre la lógica institucional del partido y las presiones libertarias.
El temor generalizado es que una alianza con Milei licúe la identidad del PRO y fortalezca a los sectores más radicalizados del gobierno. Algunos intendentes ya hablan de "una fusión sin contenido" y temen que en 2025 pierdan territorialidad frente a candidatos libertarios "con bendición presidencial".
Las tensiones bajan al conurbano: riesgo de fractura electoral
En el Gran Buenos Aires, el acuerdo con Milei tiene un impacto particular. La mayoría de los intendentes PRO ganaron sus distritos por márgenes estrechos y sostienen su gobernabilidad con alianzas locales frágiles. Una ruptura con sus propios concejales o con parte del radicalismo podría dejarlos sin mayoría.
Además, muchos se niegan a compartir boleta con figuras como Lilia Lemoine o Bertie Benegas Lynch, a quienes consideran "electoralmente tóxicos" en distritos populares. "Nosotros caminamos los barrios todos los días. No podemos explicar ni los despidos en ANSES ni los tarifazos sin anestesia", explicó un jefe comunal del oeste bonaerense.
Lo que viene: internas, listas y pulseadas
De cara al cierre de alianzas de 2025, el panorama en la provincia de Buenos Aires es incierto. Si el PRO avanza en su acercamiento a LLA, no se descarta una fuga masiva de dirigentes a nuevas construcciones como el "Peronismo Federal" que impulsan algunos sectores del massismo o al armado UCR-Evolución. El desafío es doble: conservar gestión y sobrevivir electoralmente.
La interna amarilla amenaza con profundizarse en las próximas semanas, sobre todo si Karina Milei insiste en imponer figuras desde Nación. En paralelo, los intendentes ya activaron contactos con gobernadores opositores, dirigentes del radicalismo y hasta con sectores del sindicalismo no alineado.
Radiografía distrital y clima institucional en baja
En distritos como Junín, Bahía Blanca o San Nicolás, las encuestas internas comienzan a reflejar un fenómeno que inquieta al PRO: la caída sostenida de la imagen positiva, no sólo de Milei sino también de los propios intendentes aliados. La tendencia se acentúa en el interior bonaerense, donde el ajuste nacional golpea sin anestesia. En Olavarría, por ejemplo, los aumentos en servicios públicos y transporte pegaron de lleno en los sectores medios, generando malestar que se canaliza en críticas directas a los jefes comunales.
En el plano legislativo local, los Concejos Deliberantes ya empezaron a mostrar grietas. En partidos como Pergamino, Mar del Plata y Tres Arroyos, bloques radicales y vecinales evitaron votar ordenanzas impulsadas por intendentes del PRO con guiños al oficialismo nacional. Las diferencias se traducen en sesiones trabadas y en un clima de polarización creciente.
A todo esto se suma el avance de las redes sociales, donde cada aparición pública o guiño de los intendentes a LLA se viraliza y genera respuestas internas. La presión digital, sumada a las dificultades económicas, está moldeando una nueva fase de la rosca política bonaerense: la de los jefes territoriales obligados a jugar en el filo.
El tablero bonaerense, siempre caótico, hoy cruje con intensidad. Y lo que está en juego no es solo una alianza: es la identidad política del PRO, la gobernabilidad en los municipios y la viabilidad de un frente opositor competitivo frente al kirchnerismo residual y al libertarismo puro.