

Cristina, Máximo, La Cámpora y todas las expresiones institucionales del kirchnerismo quieren que CFK sea la candidata del peronismo en 2027. Kicillof, su gabinete, varios intendentes, algunos sindicalistas y movimientos sociales, quieren que el actual gobernador de PBA reemplace a Milei en dos años.
Por su parte, el Frente Renovador con sus 15 intendentes de PBA, gremios aliados, empresarios de todo pelaje y una buena parte del círculo rojo, ven más prolijo y serio otro intento de Sergio Massa por sentarse en el sillón de Rivadavia, aliado a sectores varios como la UCR, el socialismo y los muchos desencantados de Milei y Macri, a los que ni Axel ni Cristina podrían cautivar.
Así las cosas, todos amagan con la famosa "unidad", pero ninguno la firma. No quiero que los lectores de VisionPolitica.com.ar lleguen al cierre de listas el próximo sábado 19 de julio 2025 sin saber que ese día pueden ir, en un altísimo grado de probabilidad, el Frente Renovador y el kirchnerismo juntos en una misma boleta y el kicillofismo en otra distinta, aunque el 9 de Julio deje la sensación de unidad en la presentación de las alianzas. Guarden esta nota.
Sergio Massa encabezando la lista de diputados nacionales y Máximo Kirchner en la Tercera, con reparto de poder en las 8 secciones, por un lado. Por el otro, Carlos Bianco primer postulante al Congreso y Jorge Ferraresi a la Legislatura de PBA por la Tercera.
Cristina, más por influencia de Máximo que por ella misma, cree que Massa es mucho más confiable que Kicillof. "A Axel lo manejan, es la figurita pero no el verdadero líder del espacio que lo postula. Es un títere que aceleró demasiado y ahora no sabe cómo frenar; no puede, ya es tarde. En cambio Massa es el único líder del FR y las decisiones las toma él solo. Si arreglás algo, cumple. Fue nuestro candidato a Presidente y puede volver a serlo si sigue proscripta CFK", dice Máximo a su tropa.
La tensión interna: ¿unidad real o listas por separado?
En el corazón del peronismo bonaerense se juega hoy una de las partidas más complejas del tablero político nacional. El debate no es solo semántico: hablar de “unidad” o de “listas conjuntas” es, en realidad, definir el modelo de poder que se proyectará de cara a las elecciones legislativas de este año y eventualmente, a las presidenciales de 2027.
El PJ de la provincia más grande del país se encuentra ante un dilema estratégico que no puede postergarse más: ¿se consolida una propuesta común o se habilita la competencia interna?
Máximo Kirchner, como presidente del PJ bonaerense, convocó recientemente a un plenario partidario para avanzar en la construcción del frente electoral. El mensaje fue claro: es tiempo de ordenar y definir con quiénes, cómo y para qué se juega. Pero en la práctica, esa convocatoria fue recibida con recelos por parte de distintos sectores, empezando por el kicillofismo, que reclama autonomía y volumen propio.
“La unidad requiere, como mínimo, de disciplina partidaria. Si hay legisladores que presentan proyectos sin consultarle al Gobernador o en contra de lo que dice el Gobernador, eso no es unidad. Son cuestiones mínimas de convivencia en un sector unificado. Y cuando se definan los futuros cargos de la Legislatura, se tiene que tener en cuenta la opinión del Gobernador. Esas cositas son las que pide Axel para la unidad”, ironizó Carlos Bianco, el que le manejaba el Clío a Kicillof en 2019, antes de llevar la estudiantina boba al poder bonerense.
Según fuentes cercanas al gobernador, Axel Kicillof considera que “unidad no significa subordinación”, y que el espacio que lo respalda (mayoritariamente integrado por ministros provinciales, intendentes aliados y algunos sectores del sindicalismo y el cooperativismo) debe tener capacidad real de incidencia en las decisiones de armado.
En otras palabras: "Si no hay reglas claras, podrían jugar con boleta corta o exigir internas abiertas", algo que en La Cámpora buscan evitar.
Del otro lado, los intendentes del conurbano –principalmente los que no están alineados directamente a La Cámpora– presionan para que el armado contemple sus territorios. Exigen lugares en las listas, respeto a las estructuras locales y garantías de que no se les bajará ningún candidato desde un escritorio en La Plata o en el Instituto Patria.
Martín Insaurralde, todavía con poder residual, sigue influyendo en algunos movimientos, mientras otros como Fernando Espinoza o Andrés Watson, se reacomodan según el mapa que se termina de dibujar.
“El debate por la unidad real o las listas conjuntas expone el choque entre Máximo Kirchner, Axel Kicillof y los intendentes del conurbano: la interna del PJ bonaerense entra en su etapa más cruda y definitoria”.
La discusión por la unidad también atraviesa a los movimientos sociales, como el Evita, Somos-Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa. Con vínculos tanto con el kirchnerismo como con el massismo, estos espacios temen quedar fuera del esquema si se impone una lógica de “unidad blindada”.
En los pasillos de la Legislatura provincial y del Congreso nacional, circula una certeza compartida: la verdadera interna del PJ bonaerense es un ensayo general de lo que será el 2027.
Por eso, cada movimiento actual tiene implicancias de largo plazo. No se trata solamente de definir candidaturas legislativas, sino de preparar el terreno para la disputa presidencial y por la Gobernación.
Cristina Kirchner, sin hablar públicamente, sigue siendo la figura tutelar del espacio. Pero su influencia ya no es absoluta. La discusión que se generó en torno a su ausencia en un encuentro del PJ, y las negociaciones “por abajo” para vetar ciertas candidaturas, mostró que su liderazgo empieza a ser más discutido que asumido.
Algunos intendentes piden que haya competencia interna real para legitimar las listas, mientras La Cámpora apuesta a una fórmula consensuada que cierre arriba y se imponga abajo.
La tensión quedó en evidencia cuando algunos jefes comunales deslizaron que si se les impone un candidato camporista en su territorio, saldrán a jugar por fuera, aunque sea con boleta colectora.
Sergio Massa, por su parte, aparece como el otro actor muy influyente. Algunos sectores cercanos al exministro de Economía trabajan para evitar una ruptura definitiva y buscan tejer un acuerdo de conveniencia.
La posición de Axel Kicillof es clave. Aunque todavía no lo dice en voz alta, muchos lo imaginan como candidato presidencial si el escenario se vuelve propicio.
Su figura creció entre la militancia y en sectores de clase media tras la pelea con Milei por los fondos coparticipables y el sistema educativo. Por eso, no quiere quedar subordinado a una lógica de armado que lo debilite antes de tiempo.
Mientras se debate el esquema electoral, el contexto nacional apremia. Javier Milei avanza con su agenda de reformas y recorte del Estado, y la provincia de Buenos Aires se ha convertido en su principal contrapunto.
La tensión entre Nación y Provincia es permanente y, en ese marco, el peronismo bonaerense debería consolidarse como bloque opositor. Sin embargo, las diferencias internas hacen que, por ahora, no haya una estrategia común.
Algunas figuras proponen endurecer el discurso contra Milei, acusándolo de “gobierno antiperonista”, “libertario insensible” y “aliado de los grandes grupos económicos”.
"Mientras Milei fortalece su presencia en el Conurbano, el peronismo discute si jugar todos juntos en una gran PASO o permitir la expresión de diferencias bajo listas conjuntas. Una decisión que podrá definir la gobernabilidad en los próximos años".
Otros prefieren una posición más moderada, que no rompa todos los puentes, por si hay que negociar recursos o favores institucionales.
Los sindicatos, con la CGT dividida, no logran una coordinación plena. El rol de Hugo Moyano y su distanciamiento del kirchnerismo complica el escenario. Los docentes, con Roberto Baradel como referente, empujan una agenda más combativa. Mientras tanto, sectores productivos, cooperativas y empresas locales piden certidumbre.
En redes sociales, los sectores militantes del peronismo se expresan con fuerza. Hashtags como #UnidadSinDedazo o #KicillofPresidente2027 fueron tendencia en distintas jornadas.
Las bases piden protagonismo y participación real, pero temen que todo se resuelva “entre pocos”.
El tiempo apremia. El calendario electoral corre impiadoso y las listas deben cerrarse en pocas semanas. La tensión entre construir un frente con reglas compartidas o repetir los vicios del pasado será determinante.
Si el peronismo bonaerense logra una unidad verdadera, puede convertirse en el núcleo de una alternativa nacional. Si fracasa, se abrirá la puerta a fragmentaciones, candidaturas testimoniales y una oposición dispersa frente al oficialismo libertario.