

La decisión del ministro de Defensa, Luis Petri, de avanzar en la compra de vehículos blindados Stryker a Estados Unidos volvió a generar tensiones dentro de las Fuerzas Armadas. Según fuentes del Ejército, la opción más conveniente —técnica y económicamente— era la adquisición de los Guaraní brasileños, que además permitían fortalecer la industria nacional y los vínculos dentro del Mercosur.
Durante su reciente visita al Pentágono, Petri firmó una carta de intención para la compra de 27 Stryker, vehículos a rueda utilizados en los conflictos de Irak y Afganistán. El acuerdo, por USD 100 millones, se enmarca en la estrategia de "reconstrucción de capacidades" y mayor alineamiento militar con Estados Unidos, en línea con la reciente compra de los cazas F-16 y el proceso de acercamiento a la OTAN.
Sin embargo, puertas adentro del Ejército hay malestar. Los Stryker, señalan, no fueron recomendados por la fuerza. “El Guaraní los aventaja en casi todos los aspectos: no hay límite de cantidad, son nuevos, se transfiere tecnología de fabricación, permiten mantenimiento en el país y son interoperables con Brasil”, detallaron fuentes castrenses a LPO.
Los números también son elocuentes. La propuesta brasileña contemplaba la entrega de 161 vehículos —156 operativos y 5 de entrenamiento— por USD 400 millones, lo que dejaba el costo por unidad en torno a los USD 2,5 millones. En cambio, los Stryker cuestan cerca de USD 3,7 millones cada uno, es decir, USD 32 millones más para una misma cantidad de vehículos.
A eso se suma otra diferencia clave: los Guaraní utilizan motorización de Iveco Argentina, lo que garantiza repuestos, mantenimiento local y beneficios para la industria nacional. Los Stryker, en cambio, son vehículos usados que, según advierten, fueron descartados previamente por Chile. Además, no son anfibios, lo que limita su operatividad en los ríos argentinos.
“La decisión de Petri es netamente política y geopolítica”, aseguran en el ámbito militar. Y recuerdan que ya hay malestar dentro de las Fuerzas por otras medidas recientes, como la intención del ministro de cerrar la constructora militar.
A pesar de las críticas internas, los primeros cinco Stryker llegarían al país en julio y el resto en diciembre. Para el oficialismo, se trata de un paso estratégico para reposicionar a la Argentina en el mapa de defensa occidental. Para buena parte del Ejército, en cambio, es una oportunidad perdida para fortalecer la producción nacional y el vínculo regional.