

El martes y miércoles pasados, Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner protagonizaron tres reuniones ininterrumpidas en Gobernación, buscando contener una interna que amenazaba con dividir al PJ bonaerense.
El resultado fue la creación de Fuerza Patria, un frente que se sustenta en un mecanismo de poder tripartito: se acordó que todas las decisiones –desde cabezas de lista hasta estrategia de campaña– serán tomadas por consenso entre los tres sectores, con tres apoderados y tres miembros en la junta electoral.
La negociación se desarrolló entre los equipos de cada sector, dentro del despacho de la secretaria general de Gobernación, Agustina Vila (kicillofismo).
Representantes del Frente Renovador (como Eslaiman y Guerrera), del MDF (Bianco, Secco) y del cristinismo (Sabatella, Otermín) participaron del cruce de agendas.
El intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, se encargó de formalizar las firmas para oficializar el acuerdo entre los sectores menores.
A pesar del consenso, el ambiente estuvo cargado de recelos: calificativos como “traidor” contra Kicillof y “ineficiente” hacia Máximo durante la negociación, revelan las heridas de la contienda interna. Según un dirigente:
“No tenemos otro camino que no sea acordar. Sino nos van a matar a todos”.
La tregua tiene fecha límite: septiembre, con elecciones provinciales y nacionales.
El reparto se jugará en cada sección, con especial atención a la Primera y la Tercera –los bastiones del conurbano– donde se definen votos clave. Kicillof exige tener al menos el 50% de control en las listas seccionales, mientras Máximo reclama su lugar en posiciones simbólicas.
Tenientes territoriales como Nardini, Achával y Katopodis suenan fuerte en la Primera, mientras Mayra Mendoza, Cascallares y Magario se posicionan en la Tercera.
Por otro lado, intendentes disidentes como Zamora y Gray analizan competir con listas propias, lo que podría restar fuerzas al espacio unificado.
La disputa también existe a nivel municipal: tensiones en Morón (Ghi vs. Sabbatella), Avellaneda (Ferraresi, Mendoza, Álvarez) y Quilmes, donde el reparto de lugares promete ser caliente.
La judicialización de Cristina Kirchner en la causa Vialidad potenció la necesidad de unidad. Después de su condena y arresto domiciliario, el PJ se movilizó con una marcha simbólica a Plaza de Mayo –150.000 personas– antes de sellar el acuerdo interno. El Frente Renovador, por su parte, aceptó la unidad no solo como resistencia, sino como parte de una propuesta definitoria contra el modelo de Milei.
Luego de negociaciones maratonianas, Kicillof, Massa y Máximo Kirchner consolidaron Fuerza Patria, con reparto tripartito en listas y estrategias para replegarse ante Milei y LLA. ¿Será una tregua electoral o un relanzamiento político?
En paralelo, una tregua decretada por Cristina marcó un giro: respaldó el liderazgo de Kicillof sobre el desdoblamiento de elecciones y la estructura del PJ bonaerense, lo que allanó el camino para eliminar trabas internas .
Sin embargo, esta unidad tiene límites: es táctica, no necesariamente política. Muchas fuentes la describen como una alianza funcional para esta elección, más que un espacio de cohesión ideológica real .
El peronismo bonaerense logró sortear una interna potencialmente mortal, gracias a negociaciones que dejaron expuestos recelos y rivalidades, pero también el imperativo de unidad ante la polarización.
Fuerza Patria es un pacto táctico que buscará, en los próximos días, cerrar listas, posicionar líderes en las zonas clave y contrarrestar el avance de Milei y La Libertad Avanza.
Pero más allá del papel sellado, el verdadero desafío será mantener esa unión luego del 7 de septiembre, cuando la campaña entre en ruta firme y la cuestión del poder interno vuelva a ponerse en juego.
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