

El pacto se selló formalmente el jueves al mediodía, tras intensas discusiones internas y temores por fracturas regionales.
Liderado por Cristian Ritondo, junto a Diego Santilli y Guillermo Montenegro, el PRO trabajó contrarreloj para incorporar a 13 intendentes bonaerenses al frente con LLA y contener cualquier fuga hacia espacios alternativos.
Después de semanas de negociaciones y tensiones, el PRO selló un pacto con La Libertad Avanza para las elecciones bonaerenses, garantizando el control de intendentes sobre las listas. Ahora resta definir los nombres por distrito y enfrentar el desafío del 7 de septiembre.
En paralelo, se desarrollaron negociaciones paralelas por distrito: legisladores provinciales como Matías Ranzini, Alejandro Rabinovich y Agustín Forchieri llevaron línea “nombre por nombre”.
Este operativo territorial fue clave para calmar recelos en distritos que ya presenciaban resistencias, como Puán, Pringles y San Isidro, donde algunos intendentes amenazaban con abandonar el acuerdo.
El corazón del acuerdo se centró en una cláusula que garantiza a los intendentes del PRO “la lapicera”: decidir nombres en las listas locales y asegurar roles clave en los concejos deliberantes.
Esta promesa fue el motor que mantuvo cohesionada a la tropa amarilla, tras semanas de resistencia interna, especialmente de sectores cercanos a Patricia Bullrich.
Ahora el desafío es cerrar la “letra chica”: determinar quién encabeza en cada sección, la proporción libertario-amarilla por distrito, y cómo se integrará la logística de campaña.
Para formalizar esa garantía, se acordó un sistema de apoderados mixtos entre PRO y LLA, que supervisará la presentación de candidaturas el próximo 19 de julio.
Esta estructura busca evitar sorpresas en los distritos y dar visibilidad al control territorial de los jefes comunales.
El silencio oficial insiste en que “nadie quedará afuera”, pero los intendentes mantienen guardias activas.
A pesar del acuerdo, la interna no desapareció del todo. Un sector del PRO analiza reeditar JxC junto a la UCR o peronistas disidentes si la alianza con LLA fracasa en respaldar sus territorios.
Las tensiones con alcaldes de Nó La Libertad Avanza ya hicieron temblar el pacto, pero Ritondo logró amainar el conflicto con apoyo directo de Mauricio Macri para impedir fugas que “arriesgarían un 5% de votos claves”.
Mientras tanto, desde Casa Rosada y Buenos Aires se observa que Javier Milei respaldará con fuerza el frente electo: anticipa que harán “40 puntos” y empujará a PRO-LLA como bloque anti-peronista.
Es una apuesta riesgosa: si las promesas a intendentes no se cumplen, podrían fragmentar el espacio y debilitarlo en el conurbano.
En definitiva, el PRO bonaerense logró cerrar una alianza estratégica con La Libertad Avanza, equilibrando tensiones internas con promesas a intendentes y asegurando control territorial.
Ahora, la mirada se pone en la derecha de la Provincia, con la tarea pendiente de la letra chica y la integración efectiva de ambos espacios.
El 7 de septiembre será el termómetro: si el pacto resiste, el PRO-LLA podrá consolidarse como fuerza competitiva; si no, el centro-derecha podría fragmentarse justo en el momento clave.
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