

El intendente de 25 de Mayo, Ramiro Egüen, protagoniza un nuevo capítulo en la novela del reacomodamiento político que atraviesa la provincia de Buenos Aires. Su recorrido en apenas un año de gestión resume la volatilidad de los sellos partidarios y las tensiones internas que carcomen al oficialismo nacional, en especial en los distritos donde La Libertad Avanza (LLA) intentó expandirse territorialmente sin una estructura consolidada.
Electo en 2023 dentro de Juntos por el Cambio, como parte del GEN de Margarita Stolbizer, Egüen sorprendió a principios de 2024 al convertirse en el primer intendente bonaerense en sumarse a LLA, desplazando incluso a figuras como Diego Valenzuela, de Tres de Febrero, que demoró su pase desde el PRO. A Egüen lo sedujo el armado que lidera Sebastián Pareja y el empuje libertario que irradiaba desde Casa Rosada. La movida fue leída como un intento de Milei de mostrar músculo político más allá del Congreso y del círculo mediático.
Sin embargo, la alianza fue efímera. Seis meses después, Egüen rompió con LLA y anunció que competirá con boleta corta bajo el sello vecinalista Acción Ciudadana. ¿El detonante? La negativa del espacio "violeta" a ubicar a su esposa, Mercedes Squilacci, como candidata a senadora provincial. Para el jefe comunal, eso fue una falta de respeto. En una jugada que mezcla orgullo político y estrategia familiar, Squilacci encabezará ahora la lista al Concejo Deliberante por fuera del armado libertario, enfrentándose directamente al partido que habían abrazado hace solo unos meses.
“Yo no tengo dueño, al único que me debo es a mi electorado”, había dicho Egüen en enero, en lo que hoy suena más a advertencia que a principio doctrinario. El papelón, más que personal, deja expuesta la fragilidad del armado de Milei en el conurbano y el interior bonaerense, donde los acuerdos duran lo que dura el interés inmediato. A nivel simbólico, la fractura representa un retroceso en el intento del oficialismo nacional por ganar estructura en un territorio clave.