

El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires dejó un tendal de heridas abiertas en el peronismo. Lo que parecía una consolidación bajo el nuevo sello Fuerza Patria, terminó por exhibir las fisuras profundas que atraviesan al espacio. En el centro de la escena, Cristina Kirchner y Juan Grabois alimentan especulaciones, tras una reunión secreta autorizada por la Justicia en el domicilio donde la expresidenta cumple arresto domiciliario.
Mientras tanto, en el interior del país, varios gobernadores dudan en adoptar la nueva marca electoral. Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto, Ricardo Quintela y Raúl Jalil aún no definen si competirán bajo el sello bonaerense, lo que podría derivar en una elección nacional sin una identidad unificada.
Apenas una semana antes del vencimiento del plazo para inscribir alianzas, el líder de Patria Grande no descartó romper con el frente mayoritario: "Voy a ser candidato en la provincia, sí o sí", advirtió, dejando abierta la puerta a una competencia con lista propia si no consigue encabezar dentro del espacio peronista.
Grabois, crítico de Sergio Massa, lo acusa de querer hegemonizar al peronismo desde una mirada de derecha y asegura que mide más en encuestas que el propio excandidato presidencial. La reacción no tardó en llegar. Desde el massismo, Sebastián Galmarini le reprochó públicamente: “¿Vas a dividir el voto para que gane Milei? Quizás ese sea tu objetivo”.
Las declaraciones y movimientos de Grabois son interpretadas por sectores del axelismo y el massismo como una posible jugada orquestada por Cristina para presionar y negociar desde una posición de fuerza. “No me sorprendería nada”, deslizó una fuente tras recordar el antecedente de las PASO 2023, cuando también fue impulsado por CFK para competir.
En paralelo, encuestas recientes de Rubikón Intel Argentina muestran a La Libertad Avanza con una ventaja de casi 10 puntos sobre Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires, alimentando la hipótesis de que una elección dividida podría mejorar el rendimiento parlamentario del peronismo, incluso en la derrota.
El peronismo enfrenta una disyuntiva estratégica y política: mantener una unidad incómoda y fragmentada, o asumir el riesgo de la ruptura en busca de mayor representación legislativa. La cuenta regresiva está en marcha. El tablero aún se mueve