¿Qué pasa cuando un resultado electoral inesperado pone a toda la CGT contra las cuerdas? Eso es justamente lo que pasó tras el aluvión de votos a Javier Milei, incluso en provincias que siempre fueron peronistas. La central sindical quedó en estado de shock, y ahora todos se preguntan: ¿cómo se reorganizará el sindicalismo ante este nuevo escenario?
La derrota del PJ obligó a la CGT a replantear su estrategia. Esta semana, la mesa chica de la central sindical tendrá un encuentro ampliado para analizar el panorama político y definir la próxima conducción que será elegida en el congreso del 5 de noviembre. La clave: superar las diferencias internas y adaptarse al shock electoral.
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El tablero sindical quedó más inclinado hacia el sector dialoguista, encabezado por Gerardo Martínez (UOCRA), quien mantiene abierta la negociación con el Gobierno para evitar cambios laborales sin consenso. En cambio, el ala dura, con figuras como Héctor Daer (Sanidad), Abel Furlán (UOM) y Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), perdió fuerza al no conseguir que la derrota libertaria fortaleciera su posición de oposición frente a Javier Milei.
Ahora, la CGT deberá equilibrar firmeza y pragmatismo. Muchos dirigentes creen que la nueva cúpula no podrá ser combativa de manera extrema: tendrá que gestionar, tender puentes y al mismo tiempo defender los derechos de los trabajadores. Según algunos sindicalistas, la central podría asumir un rol opositor frente a Milei, aprovechando la crisis interna del PJ tras las elecciones.
Dentro de la CGT también hay críticas a la estrategia del peronismo. Algunos dirigentes apuntan a Cristina Kirchner y Axel Kicillof, señalando la falta de campaña y la escasa visibilidad de candidatos como Jorge Taiana, que no lograron presentar alternativas claras frente a Javier Milei.
La reforma laboral se mantiene como tema central. El sector dialoguista busca mantener el consenso logrado en el Consejo de Mayo, donde se analiza cada propuesta con técnicos de cada gremio. Sin embargo, el aumento del peso legislativo de los libertarios y sus aliados genera preocupación por la posible implementación de la Democracia Sindical, un proyecto que propone cambios significativos en la CGT y los sindicatos, incluyendo límites a la reelección de dirigentes, cuotas solidarias y más transparencia en la gestión sindical.
Gerardo Martínez insiste en que el camino es la negociación: “No veo nada apocalíptico. Debe primar la sensatez y la transición justa en los cambios”. La idea es modernizar la legislación laboral sin perjudicar a los trabajadores ni a los empleadores, evitando medidas radicales que puedan debilitar al sindicalismo.
Mientras la CGT delibera, el sindicalismo argentino enfrenta un momento crítico: reorganizarse rápido, definir líderes con respaldo interno y responder al shock electoral que trajo Javier Milei. Lo que decidan ahora marcará la agenda de los próximos años y el rol de la central frente a un Congreso que empieza a cambiar a partir del 10 de diciembre.