¿De verdad Evo Morales cree que quieren “deshacerse de él”? Esa fue la frase que encendió las redes y reavivó la polémica entre el expresidente boliviano, el mandatario argentino Javier Milei y el electo jefe de Estado de Bolivia, Rodrigo Paz. Lo cierto es que, otra vez, el exmandatario volvió a usar el escenario internacional para victimizarse y buscar atención política en medio de su peor momento.
El exlíder del MAS publicó un mensaje en X (ex Twitter) asegurando, sin pruebas, que Milei le habría pedido a Paz “deshacerse de Evo”. Según Morales, ambos estarían detrás de un supuesto “pacto para acabar con su vida”. La acusación, tan grave como infundada, llega justo después de la derrota histórica del Movimiento al Socialismo, que perdió el poder tras casi veinte años de dominio político en Bolivia.

Desde la Casa Rosada evitaron responder directamente. Fuentes cercanas al presidente argentino señalaron que las declaraciones de Evo Morales “no merecen comentario”, y remarcaron que el vínculo con Rodrigo Paz es “cordial y estrictamente institucional”. La visita de Milei a La Paz, prevista para el 8 de noviembre, apunta a fortalecer la cooperación energética y la integración bilateral, no a conspiraciones políticas.
Mientras tanto, en Bolivia, Rodrigo Paz prepara su asunción con un discurso de apertura económica, modernización del Estado y fin de las divisiones ideológicas que marcaron al MAS. Con el 54,5 % de los votos, el nuevo mandatario representa una renovación que gran parte de la sociedad boliviana venía pidiendo: menos confrontación y más gestión.
Pero Evo Morales no parece dispuesto a soltar el protagonismo. Además de acusar a Milei y Paz, aprovechó su publicación para revivir viejos enfrentamientos, apuntando contra Patricia Bullrich por el envío de armas a Bolivia en 2019, un caso ya desmentido por la Justicia de ambos países.
Detrás de este nuevo exabrupto hay algo más profundo: la dificultad de Morales para aceptar el final de su ciclo político. Acostumbrado a manejar el poder desde la confrontación, hoy intenta mantenerse vigente a través de denuncias que, sin pruebas, suenan más a estrategia que a realidad.
En Buenos Aires, Javier Milei celebró el triunfo de Rodrigo Paz como una señal de que Bolivia “vuelve al mundo libre” y destacó la voluntad democrática del pueblo boliviano. La sintonía entre ambos contrasta con la radicalización del expresidente, cada vez más aislado y alejado de los nuevos liderazgos regionales.
Así, mientras Evo Morales insiste con teorías de persecución, la región parece moverse en otra dirección: gobiernos que apuestan por la libertad, la economía de mercado y el respeto institucional. Y esa, quizás, sea la verdadera razón por la que el exmandatario no logra —ni quiere— deshacerse de su pasado.