Hay un movimiento silencioso que puede cambiar cómo se va a ordenar el poder en el Congreso. Y aunque todavía nadie lo dice muy fuerte, en la reunión que este jueves encabezará Gustavo Sáenz podría terminar de definirse algo que incomoda al peronismo tradicional. Pero antes de entender qué se juega ahí, hay un detalle que nadie está contando y que explica por qué estas conversaciones aparecieron justo ahora…
Este jueves, en la Casa de Salta en Buenos Aires, Gustavo Sáenz convocó a sus pares Osvaldo Jaldo, Raúl Jalil, Hugo Passalacqua y también al santiagueño Gerardo Zamora. El objetivo es avanzar en un armado político que, en la práctica, apunta a formar un interbloque propio en Diputados.

La movida aparece justo una semana antes de la jura de los nuevos legisladores. Y funciona como un mensaje directo al bloque peronista, que viene tratando de evitar fugas. Cristina Kirchner intervino de lleno para retener a propios, recibiendo a Pablo Yedlin y a Ricardo Quintela. Pero aun así, la tensión sigue escalando.
El jefe del bloque Fuerza Patria, Germán Martínez, intentó convencer a Raúl Jalil de evitar que los diputados catamarqueños se abran del espacio. Pero según reconstruyen en ambas partes, el catamarqueño no compró la idea del “verticalismo”.
La designación de Pamela Calletti como auditora de la AGN también metió ruido. Las provincias querían asegurar su silla en el organismo, y eso complicó que peronistas y pichettistas juntaran los 129 votos necesarios para sesionar esta semana. De hecho, los legisladores catamarqueños y santiagueños ni siquiera estaban en Buenos Aires.
Si avanza el interbloque que imaginan los gobernadores, podría empezar con unas 15 bancas: los 3 salteños, los 4 misioneros, la neuquina Karina Maureira y los diputados de Osvaldo Jaldo y Raúl Jalil, articulando sin fusionarse en una primera etapa.
Ese movimiento ya le quitaría cuatro bancas a Fuerza Patria de entrada. Y lo peor para el peronismo es que todavía no está claro qué harán los santiagueños ni los puntanos alineados con Rodríguez Saá.
El temor del kirchnerismo es uno solo: perder la primera minoría, lo que debilitaría su poder en comisiones y en organismos clave como la AGN o el Consejo de la Magistratura.
Los gobernadores también analizan jugar fuerte en el Senado. Con la llegada de la salteña Flavia Royón como monobloque y los acuerdos posibles con Carlos “Camau” Espínola y Alejandra Vigo, más el voto de Beatriz Ávila que aporta Osvaldo Jaldo, el mapa podría moverse mucho más de lo que se esperaba.
A esto se suma el posible desprendimiento de los cuatro senadores de Convicción Federal, donde conviven dirigentes cercanos a Raúl Jalil y Gustavo Sáenz.
Aunque nadie lo admite del todo, en ambos lados del tablero reconocen que “todavía no explotó todo porque se están negociando cargos”. Y en el Senado sigue sin resolverse quién ocupará la silla en la Comisión Mixta Revisora de Cuentas, un punto clave que mantiene a todos tensos.
Lo que salga de la reunión de este jueves no va a cerrar la historia. Al contrario: abre un capítulo nuevo, donde los gobernadores buscan tener voz propia en un Congreso cada vez más fragmentado. Y donde cada banca cuenta más que nunca.