Todavía hay un detalle clave que pocos notaron y que explica por qué la boda de Marianela Mirra y José Alperovich se manejó con tanto misteriof. Pero antes de llegar a eso —y para entender qué pasó en realidad— hay que repasar cómo se filtraron las primeras fotos y por qué la ceremonia quedó en el centro de la polémica.
Las imágenes, que se viralizaron en minutos, mostraron lo que era apenas un rumor: la exganadora de Gran Hermano 2007 y el exgobernador tucumano formalizaron su unión en el departamento de Puerto Madero donde él cumple arresto domiciliario. No fue un evento abierto, ni glamoroso, ni mucho menos multitudinario. Fue algo mucho más chico, condicionado y vigilado.
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Una ceremonia bajo hermetismo total
El casamiento —o mejor dicho, la unión convivencial— se realizó con un nivel de reserva pocas veces visto. No hubo prensa, no hubo invitados masivos y no hubo margen para improvisar. A pesar de esto, el portal Farándula Show logró captar dos momentos centrales del encuentro: uno donde se ve a Mirra con vestido strapless y peinado recogido; otro con Alperovich luciendo un traje clásico y sobrio, acorde al contexto judicial que atraviesa.
Pero lo que verdaderamente llamó la atención fue el motivo del hermetismo: cualquier movimiento fuera de lo permitido podía poner en riesgo la prisión domiciliaria del exmandatario, condenado a 16 años por abuso sexual.
Un festejo que no podía parecer un festejo
Horas antes, Mirra rompió el silencio y desmintió las versiones de un evento ostentoso: “No hay nada extraño, pero todo lo que dicen sobre la ostentación y el catering nos perjudica muchísimo”, aseguró. Y la realidad le dio la razón.
En Arriba Argentinos contaron que la pareja tuvo que achicar la lista de invitados casi a cero. Según la periodista May Martorelli, Alperovich temía que un festejo fuera de tono derivara en una revisión de su arresto domiciliario. Por eso, quienes ya tenían pasajes habrían recibido un mensaje avisando que finalmente no podían asistir.
Al final, solo estuvieron los testigos exigidos por la ley y un puñado de íntimos.
El detalle que cambia el sentido de la boda
Y acá aparece lo que muchos pasaron por alto: legalmente, no fue un casamiento. La pareja firmó una unión convivencial, una figura que no exige la misma estructura que una boda civil tradicional y que permitió realizar el trámite sin montar un evento oficial.
Ese pequeño dato explica el silencio, la falta de festejo y el clima tenso alrededor de la ceremonia.
Mientras tanto, las fotos siguen dando vueltas y el interés no baja. Y todavía queda una pregunta abierta: ¿qué llevó a la pareja a avanzar igual, aun con todas las restricciones encima? Esa respuesta, por ahora, sigue siendo parte del hermetismo.
