Hay algo que la CGT ya entendió y que explica todos sus movimientos de las últimas horas. La pelea por la reforma laboral no se va a dar en la calle, sino puertas adentro del Senado. Y ahí es donde la central obrera decidió jugar su carta más fuerte.
El consejo directivo de la CGT empezó a diseñar una estrategia para debilitar el alcance de la reforma laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei cuando el proyecto llegue a la Cámara Alta. El objetivo es claro: frenar o modificar los puntos que consideran perjudiciales para los trabajadores registrados y para quienes hoy están en situación precaria.
A diferencia de lo que pasó con la Ley Bases, esta vez los gremios no ven clima social para una gran movilización. No hay voluntad masiva de salir a la calle. Por eso, el foco está puesto en las negociaciones políticas y en la construcción de mayorías dentro del Senado.
En ese camino, los dirigentes cegetistas mantuvieron reuniones clave con los gobernadores Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro, ambos integrantes del espacio Provincias Unidas. Según fuentes gremiales, los mandatarios mostraron buena predisposición para aportar la voluntad de los senadores que les responden y ayudar a condicionar el tratamiento de la reforma.
La estrategia es similar a la usada contra la Ley Bases: “desflecar” el proyecto, sacarle fuerza artículo por artículo y reducir su impacto real. La diferencia es que ahora la discusión empieza directamente en el Senado, donde el peronismo cree tener más margen de maniobra.
En ese contexto, los triunviros de la CGT, Cristian Jerónimo, Octavio Argüello y Jorge Sola, se reunieron con senadores y diputados peronistas en el bloque Justicialista, encabezado por José Mayans. El encuentro sirvió para unificar posiciones y encender alertas tras la difusión del informe oficial del Consejo de Mayo.
Ese documento mencionó al dirigente de la UOCRA, Gerardo Martínez, como alguien dispuesto a reescribir la Ley de Contrato de Trabajo. Esa frase cayó muy mal en la conducción cegetista y aceleró las reuniones políticas.
Durante el encuentro, los gremialistas fueron directos: los borradores de la reforma “van en un sentido claramente regresivo” y no mejoran las condiciones actuales de los trabajadores ni ofrecen soluciones para el empleo informal. También coincidieron con los legisladores en la necesidad de lanzar una campaña nacional de concientización para explicar el impacto real de la reforma.
Un senador que participó de la reunión fue claro: para frenar la ley hacen falta 37 votos en el Senado. El peronismo parte de 28 bancas y busca sumar apoyos de sectores dialoguistas, gobernadores y sindicatos, incluida la CTA.
La CGT apuesta todo a esa construcción política. Sabe que, si el Senado cierra filas, la reforma laboral puede cambiar. Y también sabe que ahí se juega una de las batallas más importantes para el futuro del trabajo en la Argentina.
