¿Quién va a hablar con el gobierno de Milei sobre la reforma laboral? Esa pregunta tiene en vilo al peronismo y a los sindicatos. Cristina Kirchner quiere ser la interlocutora principal, pero los dirigentes del interior y la CGT respaldan a Axel Kicillof, y la tensión está servida.

En febrero de 2024, Cristina dejó claro que quería discutir una modernización de la legislación laboral. “Resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos”, señalaba en su documento. Hoy, esa postura vuelve a estar en el centro de la escena.

El choque no es solo sobre la reforma laboral. También se refleja en la negociación de cargos judiciales y vacantes en la Corte Suprema. A pesar de tener menos poder que antes, Cristina Kirchner sigue influyendo en el Senado, lo que genera incomodidad en los peronistas del interior que buscan ser los protagonistas en el diálogo con Milei.

Recientemente, legisladores como Carolina Moisés y Guillermo Michel intentaron frenar el trámite del proyecto enviado por el Ejecutivo para ganar margen de negociación, alineándose con los intereses del interior frente al kirchnerismo del AMBA. Mientras tanto, gobernadores como Raúl Jalil y Osvaldo Jaldo muestran disposición a discutir la reforma laboral, pero bajo la supervisión de la CGT.

Cristina juega sus cartas: pone a sus legisladores como posibles árbitros de la negociación, pero los principales dirigentes sindicales prefieren hablar directamente con Axel Kicillof. Esa elección refleja la disputa interna entre el kirchnerismo y el peronismo provincial, y también muestra cómo los movimientos políticos buscan marcar su protagonismo frente al gobierno de Milei.

En el PJ, se vienen discutiendo ocho puntos clave de actualización laboral: reducción de la jornada, licencias parentales igualitarias, protección de trabajadores de plataformas y resguardo de convenios colectivos frente a presiones empresariales. La idea de Cristina es actualizar los derechos sin perderlos, pero estableciendo que los derechos conllevan obligaciones.

Mientras tanto, el debate sigue abierto: los proyectos de reforma laboral no solo deben resolverse en el Congreso, sino que también implican un juego político donde cada sector busca visibilidad y poder de negociación. La pregunta que queda en el aire es clara: ¿logrará Cristina Kirchner imponer su rol como interlocutora o Axel Kicillof consolidará su liderazgo frente al gobierno?

El resultado de esta disputa marcará no solo la reforma laboral, sino la estrategia del peronismo y los sindicatos en los próximos meses. Cada movimiento de Cristina y Kicillof será observado de cerca, y el desenlace sigue siendo incierto. La negociación recién empieza, y todos quieren asegurarse un lugar en la mesa donde se definirá el futuro laboral de los argentinos.