Todavía no lo dice en público, pero sus movimientos empiezan a mostrarlo. Mientras ordena viajes, fotos y gestos fuera de Buenos Aires, Axel Kicillof choca una y otra vez con las internas del peronismo bonaerense. Ahí está la clave de esta nota: el gobernador quiere pensar en grande, pero sigue atrapado en peleas chicas que lo frenan.
La intención de búsqueda es clara: entender qué busca Axel Kicillof de cara a 2027 y por qué su estrategia de armado federal convive con fuertes tensiones en la provincia.
En los últimos días, Axel Kicillof empezó a darle forma a un proyecto político con proyección nacional. El viaje a Formosa para mostrarse con Gildo Insfrán no fue casual. Tampoco la foto en Plaza de Mayo junto a la nueva conducción de la CGT, en rechazo a la reforma laboral del gobierno de Javier Milei. Son señales pensadas para salir del mapa bonaerense y hablarle al peronismo de todo el país.
A eso se sumó una reunión clave en la Casa de La Pampa, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí estuvieron Sergio Ziliotto, Ricardo Quintela, Gildo Insfrán, Gustavo Melella y Elías Suárez, acompañados por legisladores nacionales. En La Plata remarcan un dato político: Kicillof fue el que menos diputados llevó. Apenas seis. El mensaje fue mostrar diálogo entre gobernadores, no una demostración de fuerza legislativa.
Ese camino federal contrasta con el clima que vive en la provincia. Las tensiones con La Cámpora siguen marcando la agenda. Aunque el gobernador logró aprobar el presupuesto y el endeudamiento, la negociación dejó heridas abiertas. En Quilmes, por ejemplo, tomaron nota de que no se incluyeron obras reclamadas por Mayra Mendoza, una figura clave del camporismo.
El conflicto escaló rápido. Apenas se votaron las leyes, se abrió una pelea fuerte en el Senado bonaerense por la vicepresidencia primera, un cargo central en la línea de sucesión. La Cámpora, junto al Frente Renovador, impulsa a Mario Ishii, mientras que el axelismo propone a Ayelén Durán, una senadora de extrema confianza del gobernador.
La relación con Ishii ya no es la de antes. Supo ser un aliado cercano, pero el quiebre llegó cuando el intendente de José C. Paz encabezó una cumbre para cuestionar el desdoblamiento electoral que impulsaba Kicillof. Desde entonces, la sintonía se enfrió.
En el entorno del gobernador admiten el desgaste. Reconocen que La Cámpora ya no tiene el peso de otros años, pero señalan que la tensión es permanente. A eso se suma la interna del Partido Justicialista bonaerense, otro frente que amenaza con arrastrarlo a disputas que quiere evitar. Si no hay acuerdo, habrá elecciones partidarias el 15 de marzo.
Mientras tanto, Axel Kicillof se muestra más cómodo recorriendo provincias y hablando con otros gobernadores. El armado federal recién empieza, pero marca una decisión: salir del barro bonaerense y construir una propuesta nacional, aunque el camino esté lleno de obstáculos.