El Gobierno logró aprobar el Presupuesto con 46 votos afirmativos, 25 negativos y una abstención, tras más de 10 horas de debate intenso. La ley salió gracias a un dato político central: el apoyo de los gobernadores peronistas Osvaldo Jaldo, Raúl Jalil y Gustavo Sáenz, que ordenaron a sus senadores acompañar al oficialismo.
La votación general no fue el mayor problema. El verdadero conflicto apareció con el capítulo 2, donde estaba el polémico artículo 30, que habilita un ajuste en áreas sensibles como educación, ciencia y defensa. El chaqueño Jorge Capitanich pidió votar ese artículo por separado, pero la conducción del Senado rechazó el pedido y avanzó con la votación completa.
El resultado fue más ajustado: 42 votos a favor, 28 en contra y dos abstenciones. Aun así, alcanzó. Y ahí volvió a quedar claro el peso de los gobernadores. Senadores alineados con Raúl Jalil, Osvaldo Jaldo y Gustavo Sáenz aportaron votos decisivos que rompieron el bloque peronista y le dieron aire al Gobierno.
Sin esos respaldos, el escenario se complicaba. De hecho, parte de la UCR votó en contra del artículo 30, lo que obligó al oficialismo a buscar apoyos fuera de su espacio. La estrategia fue clara: sumar voluntades provinciales para evitar cambios que obligaran a que el proyecto volviera a Diputados.
Durante el debate, hubo fuertes cruces. Desde el kirchnerismo denunciaron que el ajuste viola principios básicos y afecta áreas clave para el desarrollo. Desde el oficialismo, en cambio, defendieron el Presupuesto como una herramienta necesaria para sostener el equilibrio fiscal y garantizar previsibilidad.
El argumento central del Gobierno fue que el superávit financiero es el eje del plan económico y que no aprobar el Presupuesto profundizaría la incertidumbre. Para algunos senadores, no es un proyecto ideal, pero sí un marco para salir de la improvisación.
Al final, el mensaje fue político más que técnico: gobernar implica tomar decisiones incómodas. Y en esa lógica, el respaldo de Jaldo, Jalil y Sáenz terminó siendo determinante para que el Presupuesto avance.
Ahora, con la ley aprobada, queda la pregunta que empieza a circular en los pasillos del Congreso: ¿hasta dónde llegará el ajuste y cuánto durará este frágil equilibrio de apoyos? Ese debate recién empieza.