El poder cambió de manos en pleno verano, pero la pregunta sigue abierta: ¿qué implica realmente la intendencia interina de Agustín Neme en Mar del Plata? Mientras la ciudad entra en su momento más intenso del año, el Municipio se reorganiza a contrarreloj. Las decisiones que se tomen ahora pueden marcar mucho más que una temporada.

Con la salida de Guillermo Montenegro hacia el Senado bonaerense, Agustín Neme asumió como intendente interino en General Pueyrredon. El movimiento no fue solo un cambio de nombres: activó una reconfiguración política acelerada en el Ejecutivo y en el Concejo Deliberante, donde cada bloque empezó a recalcular su posición.

Desde el Palacio Municipal repiten una consigna clara: “hay que pasar el verano”. Y bajo esa lógica, la prioridad de Neme fue ordenar. Su primer objetivo fue garantizar gobernabilidad, evitar rupturas internas y sostener el esquema político que viene funcionando desde 2019. La firma de paritarias fue una señal directa hacia adentro: calma, continuidad y gestión en marcha.

Uno de los focos principales estuvo puesto en la Unión Cívica Radical, socio clave del llamado modelo Mar del Plata. Tras la jugada electoral de Maxi Abad con boleta propia, muchos creían que el acuerdo se terminaba con la salida de Montenegro. Pero no ocurrió. La UCR decidió seguir dentro del gobierno local, con una condición central: que la gestión mantenga autonomía y no cambie las reglas de juego.

En ese marco, Neme dejó en claro que su administración no será una copia del gobierno nacional ni una franquicia libertaria. Habló de un “gobierno de Mar del Plata” y ese mensaje destrabó acuerdos políticos clave. El radicalismo acompañó la elección de autoridades del Concejo y mantuvo a sus funcionarios en el gabinete, aunque marcó un límite: el respaldo no es incondicional.

La Libertad Avanza, por su parte, acompañará desde lo legislativo pero sin integrar el Ejecutivo. Buscará diferenciarse y construir perfil propio. Algo similar ocurre con socios menores como la Coalición Cívica y el GEN, que sostienen apoyo selectivo.

Mientras tanto, Guillermo Montenegro sigue siendo una figura central. Pidió licencia, pero no renunció a la intendencia. Eso le permite volver al Ejecutivo en cualquier momento hasta diciembre de 2027. Además, dejó aliados directos en áreas clave del gobierno.

Del lado de la oposición, el escenario es más desordenado. Unión por la Patria, el Frente Renovador y Acción Marplatense atraviesan tensiones internas. No lograron imponer autoridades en el Concejo y las diferencias entre kirchnerismo, kicillofismo y massismo siguen abiertas, con la mirada puesta en 2027.

En el gabinete municipal hubo cambios puntuales, pero bajo una idea repetida por Neme: continuidad. Se cubrieron vacantes y se mantuvo la estructura heredada. La apuesta es clara: administrar, contener y negociar sin sobresaltos.