La situación del campo argentino es crítica y, para muchos productores, insostenible. Las expectativas puestas en el gobierno de Javier Milei no se han cumplido, especialmente en la reducción de retenciones, uno de los principales reclamos del sector. ¿Cómo llegamos hasta aquí?
En la zona núcleo —que abarca Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos— los productores enfrentan un panorama desolador. La combinación de bajos precios internacionales, sequías recurrentes y una carga impositiva altísima genera pérdidas que afectan a los mejores campos del país. Según un productor de Rosario: "Si cosechamos 35 quintales por hectárea, perdemos 80 dólares por hectárea, mientras que el Estado se lleva 475 dólares en impuestos, de los cuales 430 son de retenciones".
Esta ecuación ha llevado a muchos a buscar alternativas fuera de la producción agrícola. "Para sobrevivir, nos metemos en negocios financieros, pero eso no es sano", confesó un dirigente rural.
Desde la Asociación de Exportadores (CIARA) se publicó un estudio que alerta sobre el impacto de las retenciones actuales. Con los precios internacionales de la soja en caída, las retenciones deberían reducirse al menos a la mitad para evitar la quiebra generalizada del sector. Sin embargo, el gobierno liderado por Milei y su ministro de Economía, Caputo, no ha tomado medidas concretas para aliviar la presión fiscal.
El enojo del campo no solo apunta a la falta de acción, sino también al desinterés político. El presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, fue recibido por Eduardo Serenellini, secretario de Prensa sin peso político en las decisiones. Según productores, esta reunión fue "una burla" hacia un sector que fue clave en el voto libertario durante las elecciones.
La cadena de pagos ya muestra señales de colapso. Empresas como Los Grobo y Surcos no pudieron cumplir con créditos por millones de dólares. Este descalabro amenaza contratos valuados en 8.300 millones de dólares, según estimaciones de dirigentes de la Mesa de Enlace.
El fantasma de casos como Vicentín vuelve a acechar, mientras los productores enfrentan la tormenta perfecta: precios bajos, sequía y falta de apoyo estatal. "En Estados Unidos, el gobierno subsidia la actividad agrícola para garantizar alimentos y combustibles. Acá, no solo no nos subsidian, sino que nos asfixian con impuestos", aseguró un productor vinculado a la Sociedad Rural de Rosario.
La baja de retenciones y la mejora en infraestructura son dos de los pedidos más urgentes. Las rutas que conectan el campo con los puertos están en pésimas condiciones, y la falta de inversión en obra pública agrava la crisis logística.
El sector agropecuario, que aporta la mayor cantidad de dólares al país, se siente abandonado. ¿Habrá un giro en las políticas de Milei para evitar el colapso de este motor económico clave? La respuesta sigue siendo incierta.