¿Qué tan profundo puede llegar la conexión entre el fútbol argentino y la política? El caso del empresario norteamericano Foster Gillett y su fallida aventura en las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) está sacudiendo los cimientos de la política y el deporte en Argentina. Desde la implicación de figuras como Daniel Scioli, hasta el involucramiento de Federico Sturzenegger y Javier Milei, la historia promete no quedar en el olvido fácilmente. ¿Qué fue lo que salió mal y qué significa para el futuro del fútbol argentino?
Foster Gillett tenía todo para ser el salvador de varios clubes argentinos, con un plan que parecía ser la solución a los problemas financieros de los clubes. El respaldo de Daniel Scioli, quien junto a la diputada Juliana Santillán impulsó las SAD, parecía ser la fórmula mágica para modernizar el fútbol. Sin embargo, el plan de Gillett rápidamente se desmoronó, y en lugar de aportar soluciones, dejó a los clubes en un mar de deudas y problemas.
El empresario estadounidense, conocido por sus escándalos previos en el Liverpool inglés, no tardó en generar expectativas que rápidamente se convirtieron en frustración. Con promesas incumplidas, como los pagos a clubes como Vélez, River y Estudiantes, Gillett solo logró tensar más las relaciones dentro del fútbol argentino.
El ex motonauta Daniel Scioli fue uno de los principales impulsores de las SAD, apostando fuertemente por el desembarco de Foster Gillett en los clubes. Su confianza en el empresario estadounidense ahora lo coloca en una situación delicada. La falta de pago de las transferencias y el fracaso del proyecto afectan no solo a los clubes, sino también a su imagen política. A su lado, Federico Sturzenegger, en su rol como Ministro de Desregulación, también estuvo involucrado, intentando acercar a Gillett a Gimnasia de La Plata, aunque con escaso éxito.
El escándalo no solo afecta a los clubes deportivos, sino que también ha generado un conflicto directo con la AFA, representada por Claudio "Chiqui" Tapia. Javier Milei, el actual presidente, también se vio arrastrado por las consecuencias de este fiasco, ya que la relación con la AFA se tensó, y el ambiente político se complicó aún más debido a la estafa internacional que terminó asociando a su gobierno con otros escándalos.
En medio de esta tormenta, Daniel Scioli no ha borrado sus huellas con Foster Gillett. A pesar de que figuras como Santillán ya eliminaron sus fotos con el empresario, el exgobernador mantiene una imagen pública comprometida. Sus colaboradores, como Martín Ferré, le han advertido que este escándalo tendrá consecuencias políticas y personales, más allá de la imagen que intenta proyectar en la playa de Mar del Plata.
El fracaso de Foster Gillett y las SAD debería servir como un recordatorio de la importancia de la cautela en el fútbol y la política. Las promesas de grandes empresarios, como la de Gillett, que nunca cumplen sus compromisos, solo dejan a su paso una estela de deudas y desconfianza. Y aunque las figuras políticas como Scioli, Sturzenegger y Milei intenten desmarcarse, las consecuencias de esta trama seguirán pesando en sus carreras.
En resumen, la aventura de Foster Gillett en el fútbol argentino no solo es un fiasco deportivo, sino que también desvela los vínculos entre el deporte, los intereses empresariales y las luchas políticas. Una historia que, por el momento, aún no ha llegado a su fin.