Las divisiones del justicialismo en 1976: un preludio al Golpe de Estado
A comienzos de 1976, las divisiones dentro del Justicialismo eran indiscutibles y de dominio público. El peronismo se alineaba en tres grupos: los ultra verticalistas, que respondían a la figura de Isabel Perón, entre quienes se encontraba Carlos Menem, entonces gobernador de La Rioja; los verticalistas, que también se encolumnaban detrás de la Presidente, como los sindicalistas Lorenzo Miguel, Diego Ibáñez, César Loza y Amadeo Genta, y algunos gobernadores como el chaqueño Deolindo Bittel; y el tercer sector, los anti verticalistas, encabezados por el gobernador de Buenos Aires, Victorio Calabró, junto a unos 40 diputados nacionales que pedían la renuncia de b.
Hacia finales de diciembre de 1975, el inminente dictador Jorge Rafael Videla había dado un ultimátum de 90 días al gobierno constitucional para revertir la dramática situación económica, política y cultural del país. En marzo de 1976, pocos días antes del golpe de Estado, el sector verticalista que respondía a la Presidente decidió reorganizar el PJ a nivel nacional como dique de contención a la escalada golpista de los sectores reaccionarios del ejército. Hasta esa fecha, el PJ estaba conducido por el sindicalista Genaro Báez, alineado con los que pedían la renuncia de la Presidente, a pesar de la inminente fecha de elecciones, fijada para octubre de 1976.
El congreso nacional justicialista se convocó para el 6 de marzo de 1976 en el Teatro Nacional Cervantes, con el objetivo de quitarle la presidencia a Báez y coronar a Isabel Martínez de Perón como presidenta del Partido Justicialista, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar dicho cargo.
El 6 de marzo de 1976, en una Argentina convulsionada y bajo la amenaza de un golpe militar, el Congreso Justicialista se reunió para elegir a los nuevos integrantes del consejo nacional partidario. Con 175 votos a favor de los candidatos verticalistas y solo 8 en contra, los principales lugares fueron ocupados por figuras como Deolindo Bittel (vicepresidente 1º), Néstor Carrasco (vicepresidente 2º), Lázaro Rocca (secretario general) y Herminio Iglesias (secretario de Interior). Isabel Perón fue elegida presidenta del PJ, y en su discurso incluyó una frase premonitoria: si le “cortaban la cabeza”, luego “se la cortarían a los demás”.
Durante el acto, Bittel expresó: “Llegamos para cumplir con nuestro deber, que no puede ser otro que apuntalar a la presidenta de la Nación”. En un contexto donde la prensa no pudo ingresar, los militantes celebraron desde la vereda del Teatro Nacional Cervantes, cantando la marcha peronista.
El 24 de marzo de 1976, tras el golpe contra el gobierno constitucional, la cúpula del Partido Justicialista se reunió en la Casa de Gobierno, esperando lo inevitable. Isabel Perón fue detenida junto a otros dirigentes como Bittel, Iglesias y Carrasco. A pesar de sufrir vejámenes físicos y psicológicos durante sus cinco años de cárcel, Isabel continuó como presidenta del PJ desde prisión hasta 1985, contribuyendo a la consolidación de la democracia en los años posteriores a la dictadura.