Los gobernadores peronistas acordaron cuatro puntos básicos que quieren plantearle a Alberto Fernández. La movida recuerda a los momentos críticos que enfrentó Eduardo Duhalde, cuando los gobernadores se reunían en la sede del bajo del Concejo Federal de Inversiones (CFI).
Esta vez para no herir susceptibilidades se acordó que el encuentro fuera secreto. Lo motorizaron los gobernadores kirchneristas Axel Kicillof, Gildo Insfrán, Jorge Capitanich y Gerardo Zamora, pero la convocatoria fue importante y reunió a doce mandatarios.
El encuentro se produjo después que los gobernadores fueran a la Casa Rosada a reunirse con el ministro del Interior, Wado de Pedro, que los convocó para discutir sobre la pelea por la coparticipación que el Gobierno tiene con Rodríguez Larreta. Fue por la tarde y acordaron mantener una reserva que aguantó hasta hoy. Bastante.
La cumbre se gestó para tratar de coordinar una respuesta frente a la crisis en la que está metido el Gobierno y analizar cual será el escenario una vez que se empiece a implementar el ajuste acordado con el FMI. La introducción estuvo a cargo de Capitanich, que explicó como iba a impactar en las provincias la falta de Presupuesto y su reemplazo por un DNU que está redactando Guzmán y que contendrá el ajuste acordado con el Fondo. Eso es uno de los puntos que más preocupa a los gobernadores.
Se comenzó entonces a debatir una agenda de exigencias para llevarle al Presidente y se acordó que sean Capitanich e Insfran los encargados de reunirse con Alberto para transmitirle la posición del grupo. Luego de un largo debate se acordaron cuatro puntos centrales.
La reunión se concretó sin avisarle al jefe de Gabinete, Juan Manzur, que se supone es el nexo de la Casa Rosada con los gobernadores peronistas. El tucumano se enteró cuando ya había terminado y llamó al riojano Ricardo Quintela, para recriminarle.
Llamó la atención que no hayan participado el entrerriano Gustavo Bordet y el tucumano José Jaldo, acaso porque se trata de dos de los gobernadores peronistas más cercanos a Alberto Fernández.
Entre los presentes además de los mencionados estuvieron el pampeano Sergio Ziliotto, el sanjuanino Sergio Uñac, el chubutense Mario Arcioni, el catamarqueño Raúl Jalil, el santafesino Omar Perotti, la santacruceña Alicia Kirchner y el misionero Oscar Herrera Aguad.
El encuentro por su carácter reservado permitió un diálogo político de una sinceridad poco habitual. El santafesino Perotti trazó uno de los escenarios más duros y advirtió: "Esto hay que arreglarlo porque nos lleva puestos a todos".
Uñac estuvo entre los más cautos y Kicillof advirtió que "la falta de gestión y de plan económico de Nación va a complicar muchísimo al Conurbano".
El chubutense Arcioni puso la nota de humor: "Justo que por fin estoy acomodando la provincia, me lleva puesto Nación".
Como sea, los gobernadores quedaron en volver a encontrarse este lunes. Pero la Casa Rosada se enteró y Alberto llamó uno por uno a todos los gobernadores para pedirles que no vayan.
Sólo evitó dos llamados: Schiaretti y Capitanich. No parece casual, eran los encargados de armar el segundo encuentro, que iba a sumar al cordobés. Ambos se se reunieron la semana pasada para conversar a solas en las oficinas del cordobés y representan los extremos de su universo: Schiaretti por momentos bordea a Juntos y Capitanich es acaso el kirchnerista más convencido.
El cordobés está adquiriendo una centralidad importante en la medida que se agranda la crisis. Decano de sus pares es el único gobernador anfibio, que se transita con la misma soltura encuentros con sus pares del peronismo como de Juntos.
De hecho, luego de la cumbre del CFI armó otro encuentro de opositores moderados. Allí fueron, los radicales Gerardo Morales y Ángel Rozas y los peronistas no oficialistas Florencio Randazzo, Graciela Camaño, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó.