El gobierno de Javier Milei ha dado un giro estratégico en su relación con la Iglesia Católica, buscando un acercamiento diplomático tras los duros cruces iniciales. Desde la Secretaría de Culto, liderada ahora por Nahuel Sotelo, se han implementado gestos conciliadores que incluyen encuentros y visitas al Vaticano.
Estos cambios también apuntan a estrechar lazos con otras confesiones, como el judaísmo y las iglesias evangélicas. El rabino Shimon Axel Wahnish, por ejemplo, desempeña un rol destacado en la relación del gobierno con la comunidad judía y ha sido designado embajador en Israel.
Con la incorporación de funcionarios jóvenes como Nahuel Sotelo y Santiago Santurio, se busca modernizar la relación entre el gobierno y las diferentes religiones. Este equipo ha mantenido reuniones formales con el Papa Francisco y altos referentes eclesiásticos, buscando suavizar tensiones previas.
El acercamiento también se extiende a las iglesias evangélicas, destacando la declaración del “Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes”. Esto muestra un respaldo oficial a sectores evangélicos que apoyaron la candidatura de Milei, aunque algunos grupos evangélicos disidentes mantienen posturas críticas.
En la oposición, el kirchnerismo mantiene vínculos estrechos con sectores religiosos críticos del gobierno, incluyendo la “Mesa Ecuménica”. Figuras como Cristina Fernández de Kirchner han respaldado estos sectores, generando una plataforma desde la que se lanzan cuestionamientos hacia la actual administración.
La influencia de la religión en la política argentina resurge con fuerza, con el gobierno buscando aliados en sectores religiosos, mientras la oposición encuentra apoyo en grupos críticos. Este contexto marca una etapa de nuevas alianzas y reajustes en un país atravesado por la crisis social y política.