Con la decisión de atacar a Hamas en la Franja de Gaza, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se enfrenta a cuatro dilemas cruciales que condicionan su ofensiva bélica.
Irán respalda la ofensiva de Hamas contra Israel y ha proporcionado apoyo financiero, logístico y de inteligencia. Además, busca influir en la política exterior de otros países de la región, como Líbano, Irak y Afganistán. Esto podría llevar a un escenario con dos frentes de conflicto en Medio Oriente, uno en Gaza y otro en Líbano.
La evacuación de cerca de un millón de palestinos en Gaza es un reto clave. Israel y Naciones Unidas han instado a esta evacuación para minimizar el daño colateral, pero Hamas ha obstaculizado este proceso, transformándolo en una táctica de guerra. La velocidad de evacuación condiciona el cronograma de la guerra.
Hamas ha preparado un sistema de túneles, una trampa para las tropas israelíes y un considerable arsenal de misiles proporcionados por Irán. El desafío para Israel radica en su intento de exterminar la cúpula de Hamas y desarmar a sus terroristas, lo que requerirá un esfuerzo bélico sin precedentes.
Israel se retiró de Gaza en el pasado, permitiendo a Hamas consolidar su poder en la región. La ocupación y el manejo de un territorio con población hostil y una organización terrorista representan un dilema estratégico para Israel. Ceder el control formal a la Autoridad Nacional Palestina es una opción en consideración.
El primer ministro Netanyahu enfrenta estos desafíos mientras mantiene el apoyo público a su decisión de ir a la guerra total contra Hamas, aunque la situación en Gaza es compleja y llena de obstáculos. La decisión de cuándo y cómo se llevará a cabo la ofensiva final en Gaza sigue siendo una incógnita.