Carlos Gardel cantaba que 20 años no es nada y Daniel Scioli, que supo vivir en el Abasto, barrio de arrabal y tango, podría dar prueba de ello en 2023. Eso, si decidiera calzarse el traje de candidato a jefe de Gobierno porteño, siempre y cuando Alberto Fernández se lo pida. Para el fugaz ministro de Producción, gestionar la Cuidad siempre fue un anhelo personal, algo que trató de hacer hace dos décadas, antes de ser gobernador bonaerense. Los planetas se alinearon ahora para que el albertismo esbozara trazos de un operativo clamor para el próximo año.
El motivo por el cual el nombre del exvicepresidente comienza a circular como posible postulante obedece a que el Frente de Todos, en su modalidad citadina, pretende contar con un póker de aspirantes con buenas dosis de conocimiento público, que puedan hablarle a distintos electorados y que compartan el deseo de destronar al PRO, que desde 2007 ganó todas las elecciones locales, con un peronismo relegado al segundo lugar y hasta al tercer puesto del podio.
En ese contexto, el nombre de Scioli se ajusta a las condiciones y, además, como dicen del lado del Presidente, de cuna política porteña, no dudaría en entrar en carrera por la sucesión de Horacio Rodríguez Larreta si la solicitud resonara desde la Quinta de Olivos, como ya ocurrió para el urgente reemplazo de Matías Kulfas. El exmotonauta mantiene con Fernández un vínculo sólido, una relación que se forjó en tiempos de Néstor Kirchner al mando de la Casa Rosada y Scioli en el freezer.
“En aquellos meses, el único que le atendía el teléfono era Alberto, que era jefe de Gabinete. Ahí nació una amistad que continúa”, recuerdan cerca del jefe de Estado, que a su vez dan cuenta de que el repuesto embajador en Brasil estaba tranquilo en la tierra gestionada por Jair Bolsonaro y no dudó en regresar ante el llamado de Fernández para ocupar la silla vacante en Producción.
Por parte del exministro, por el momento, no hay lugar para imaginar posibles escenarios electorales en 2023. En primer lugar, porque salió eyectado por otro presidenciable, el ministro de Economía, Sergio Massa, y todavía intenta digerir el trago amargo que significó dejar el gabinete de buenas a primeras, de manera inesperada. Segundo, porque pretende enfocarse en su gestión como embajador.
Por fuera del dispositivo de la ola naranja, a kilómetros de la embajada en Brasil, sobresalen pistas de un posible puntapié de un operativo clamor que lo deposite en la competencia electoral porteña, con el antecedente espejado de María Eugenia Vidal, que pasó por el sillón de Dardo Rocha y, luego, terminó como postulante porteña para la Cámara de Diputados. A modo de prólogo de lo que puede venir, poco antes de dejar el país, Scioli estuvo en el local del PJ de la Capital Federal, donde ofreció una clase magistral ante la militancia que organizó el legislador Juan Manuel Valdés, hijo del diputado nacional que es amigo de Fernández y de Cristina Fernández de Kirchner.
Rodeado de una militancia que colmó el lugar y le regaló ovaciones constantes, Scioli recordó su deseo de contar con la oficina principal citadina entonces ubicada en Bolívar 1, y se definió como un militante “todoterreno” que estará a disposición del partido, en el lugar que sea necesario. También el exmandatario habló de su incompleta incursión electoral, como el pendiente que le quedó. “Teníamos todo para gobernar la Ciudad en 2003, los equipos técnicos, una campaña planificada. Pero Néstor Kirchner me llamó porque me necesitaba y, en la casa de Santa Cruz, le di mi palabra”, rememoró. Veinte años después, esa historia podría continuar. Fuentes: LaMovidaPlatense.com, VisionPolitica.info, NoticiasEnsenada.info, CriticaArgentina.com.ar