El 5 de febrero de 2025, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que reinstauró una campaña de "máxima presión" contra Irán, en medio de una visita clave del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a la Casa Blanca. Este movimiento reavivó los temores sobre un posible conflicto en Oriente Medio, con Irán y Estados Unidos como protagonistas principales.
La firma de la orden ejecutiva, que establece nuevas sanciones económicas a Irán, tiene como objetivo frenar las exportaciones de petróleo del país y asfixiar su economía. Esta decisión recuerda a las políticas de presión adoptadas durante el primer mandato de Trump, y pone de manifiesto la continua preocupación por el programa nuclear iraní. Trump aseguró que Irán está "cerca" de desarrollar armas nucleares, y se comprometió a evitar que esto ocurra, enfatizando la fuerza de Estados Unidos en este frente.
Sin embargo, la tensión llegó a un punto crítico con la mención de un complot iraní para asesinar a Donald Trump, frustrado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Según informes, un miembro de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán habría encargado el asesinato a un individuo identificado como Farhad Shakeri. Este complot, desarticulado antes de las elecciones presidenciales de 2024, intensificó las relaciones ya tensas entre ambos países.
Pero la presión no solo viene de Estados Unidos. En el Congreso de Estados Unidos, algunos legisladores, como el senador republicano Lindsey Graham, han instado a tomar medidas más drásticas contra Irán, destacando que la amenaza nuclear iraní representa uno de los desafíos más desestabilizadores a nivel mundial. Graham, además, advirtió que la oportunidad de erradicar esta amenaza es única, señalando que Israel podría tener un papel clave en un posible ataque preventivo al programa nuclear iraní.
El regreso a una postura de "máxima presión" no es una sorpresa, dado el historial de Trump en temas internacionales, como su retirada del acuerdo nuclear con Irán en 2018. La decisión de abandonar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), firmado en 2015 bajo la administración de Obama, reavivó las sanciones y generó un fuerte rechazo de Irán.
A lo largo de este proceso, la cooperación entre Estados Unidos e Israel se ha consolidado como un pilar central en la estrategia de Trump en Oriente Medio. Netanyahu, durante su visita a la Casa Blanca, reafirmó su apoyo a las políticas de Trump, especialmente en cuanto al combate contra el programa nuclear iraní.
¿Hacia dónde se dirigen estas tensiones? A medida que Irán avanza en su programa nuclear y las sanciones internacionales aumentan, la pregunta clave es si Estados Unidos y sus aliados adoptarán medidas más drásticas, como la acción militar, para evitar una crisis nuclear en la región.
En resumen, las tensiones entre Estados Unidos, Irán e Israel siguen siendo un tema candente en la política internacional. Mientras Trump refuerza su postura de máxima presión, el futuro de la diplomacia en la región dependerá de cómo evolucione esta delicada situación en los próximos meses.